Deuda, déficit y distracción

June 10, 2011

Los políticos debaten si permitir al gobierno federal endeudarse aún más, pero no hay ningún desacuerdo en cómo lidiar con el déficit--bajando el nivel de vida de la clase obrera.

¿ES LA disputa sobre el límite de la deuda federal un teatro político para imponer una nueva ronda de recortes presupuestarios, o realmente estamos al borde de una hecatombe económica?

Dada la ignorante ganga de derechistas a cargo de la cámara baja, es de hecho posible que el Congreso no aumente el límite de endeudamiento federal, obligando al gobierno a parar los pagos de su deuda doméstica y exterior--aunque cada analista esté de acuerdo en que esto gatillaría un pánico financiero mundial que haría la crisis del 2008 parecer un hipo ligero.

Pero el 6 de junio, más de cien republicanos en la cámara baja publicaron una carta dirigida a su líder declarando estar listos a tirar los dados con la economía mundial--demandas enormes cortes al gasto antes de autorizar un aumento de la deuda federal más allá de su actual límite de $14,3 billones.

El boletín The Hill resumió su caso así: "La carta pide recortes discrecionales y mandatorios para reducir a la mitad el déficit presupuestario el próximo año, limitar el gasto de Washington al 18 por ciento del producto interno bruto, y aprobar una enmienda de presupuesto equilibrado".

President Obama and Republican House Majority Leader John Boehner

En otras palabras, a tres años de que Wall Street recibió billones en estímulo, préstamos y garantías, los representantes republicanos quieren ahora poner la casa fiscal en orden--no exprimiendo los bancos, sino las estampas de alimento, Medicare, la educación y todo programa que hace un poco más fácil para los trabajadores sobrevivir en esta miserable economía.

Si alguien quisiera ignorar la carta republicana, tomándola sólo como una bravata del Tea Party mientras los republicanos más responsables negocian con Obama, otra carta firmada por 150 economistas a instancias del Vocero de la Casa, John Boehner, declara que: "Es crítico que cualquier legislación emitida por el Congreso sobre el límite de la deuda incluya recortes y reformas que sean mayores al aumento de la deuda concedido al presidente."

En otras palabras, si Obama quiere la autoridad para un aumentar la deuda del gobierno federal en $2 billones más--aproximadamente la cantidad necesaria para mantener las operaciones del gobierno hasta las elecciones del 2012--la Casa Blanca tendrá que estar de acuerdo con recortes presupuestarios de $2 billones--o más.

Las corporaciones y los bancos americanos no quieren la crisis financiera mundial producida por la no alza del techo de la deuda, y todavía pueden tener éxito en persuadir a los republicanos a alejarse del borde del abismo. Pero lo increíble es qué tan cerca a la orilla ellos están dispuestos a ir--una muestra no sólo de su descaro, sino de su confianza en que la administración Obama finalmente cederá a los catastróficos recortes.


¿Y CUÁL es la respuesta demócrata a estas propuestas aplasta-pobres? No toques Medicare, pero somos flexibles en casi todo lo demás. Ese es el mensaje que salió de las reuniones a puerta cerrada que Obama sostuvo por separado con representantes republicanos y demócratas.

El portavoz clave de los republicanos es el representante Paul Ryan de Wisconsin, que quiere convertir Medicare en un sistema de vales y dejar los ancianos a merced de las compañías de seguros y las farmacéuticas.

Pero éste probó ser mensaje político perdedor, si el resultado de una reciente elección especial para la cámara baja en Nueva York es una indicación. Una desconocida candidata demócrata, Kathy Hochul, puso la defensa al Medicare y gravar a los ricos y las empresas al centro de su campaña, y ganó.

Con sus propia elección en mente, los demócratas de la cámara baja han presionado al presidente para que públicamente adopte su postura con respecto al Medicare en el debate presupuestario. Según los participantes en la reunión, el presidente indicó que así lo haría.

Pero de hecho, Medicare ya está en la guillotina de Obama. Su reforma a la salud eliminó $145 miles de millones en pagos de Medicare a planes privados en los próximos 10 años, y mucho de ese dinero se fue llenar las arcas de las aseguradoras. Pero la ley de Obama también faculta a una Junta Consejera de Pagos Independientes para hacer futuros recortes en Medicare que se llevarán a cabo al menos que el Congreso específicamente los revierta.

Más aún, Obama dijo a los demócratas que más recortes presupuestarios vendrían no conectados a la controversia sobre el techo de la deuda. El vice presidente Joe Biden lidera conversaciones con un grupo congresistas, y según la Associated Press:

Biden dijo mes pasado que el grupo, que incluye a los principales legisladores de ambos partidos, está en camino de generar un ahorro de más de $1 billón. En la Casa Blanca la semana pasada, el presidente Barack Obama predijo a los demócratas de la cámara baja que el grupo de Biden acordaría entre el 60 y 70 por ciento de los recortes presupuestarios correspondientes, y que él y Boehner negociarían el resto.


DE LA esperanza y el cambio a la austeridad y el sufrimiento. Barack Obama--que en su campaña presidencial del 2008 prometió inspirarse en la gran tradición de los movimientos laboral y por los derechos civiles para su nueva agenda en Washington--en estos días está ofreciéndose a sí mismo como el mal menor, y por poco.

Todo se reduce a esto: mientras los republicanos quieren echar a la abuela bajo el bus, los demócratas prefieren esparcir el dolor a largo plazo, poniendo a las abuelas de mañana bajo dieta de perros.

El acuerdo entre Obama y Boehner en abril recortó el gasto federal del año fiscal en curso en $38,5 mil millones--el mayor en la historia del país. La mitad del dinero vino de programas educacionales, de trabajo y de salud. Así mismo lucirá el acuerdo presupuestario plurianual que probablemente alcancen una vez más--quizás durante su cita para jugar golf el 18 de junio.

El presidente podrá obligar a los republicanos a retroceder en algunos cortes inmediatos, pero no hay duda acerca de cuál es el consenso bipartidista--el presupuesto federal debe ser reducida drásticamente. Ya que ambos partidos están en deuda con los bancos de Wall Street y comprometidos a mantener el complejo militar-industrial americano, a las corporaciones y al Pentágono les seguirá yendo muy bien. Mientras, los trabajadores tienen, por mucho, la mayor parte del "sacrificio compartido" que Obama sigue promoviendo.

Eso no es una teoría conspirativa. Es el reflejo político del programa económico de América Incorporada: para ayudar al capitalismo estadounidense a superar el persistente impacto de la peor crisis económica desde la Gran Depresión, el nivel de vida de la clase obrera debe ser reducido, profunda y permanentemente. Es por eso que la austeridad emanando de Washington es copiada en las capitales estatales del país, a menudo unida a legislaciones destinadas a romper el poder de los sindicatos del sector público.

Los demócratas se oponen al plan republicano de adelantar los cortes presupuestarios por temor a socavar la economía y de alienar aún más su base electoral. Pero no se equivoquen: La administración Obama está plenamente comprometida con la austeridad. La débil recuperación de la economía continúa catatónica, incluso según las estadísticas del propio gobierno--pero nadie en Washington va a proponer soluciones reales: un gasto adicional de estímulo económico y un programa de empleos para contrarrestar el peor desempleo crónico desde la Segunda Guerra Mundial .

Hay verdaderos problemas relacionados al crecimiento del déficit presupuestario y de la deuda federal. Si el dólar va a seguir siendo la moneda de reserva del mundo, la deuda y el déficit deben estar bajo control, o los inversores internacionales sacarán su dinero y la tasa de interés subirá dramáticamente.

Pero la solución es sencilla: hacer que los ricos paguen impuesto a los mismos niveles de la década de 1950, terminar las guerras en Irak y Afganistán, y reducir el gasto de defensa. Con estas medidas, el problema del déficit y de la deuda se desvanecería.

Ésta es una crisis fabricada. Habiendo ya saqueado el Tesoro y la Reserva Federal de EE.UU. para rescatar a los bancos, el establecimiento político americano ahora espera que los trabajadores paguemos una vez más--y por el resto de nuestras vidas.

Obama puede sonar mejor que Boehner para vender esta medicina, pero la medicina es lo mismo de amarga.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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