¡No! No nos callarán
Nuestro movimiento enfrenta un organizado ataque a nuestros derechos--y tenemos que responder.
LOS REPRESENTANTES políticos del 1 por ciento están llevando a cabo un asalto cuidadosamente planeado, a nivel nacional, con el objetivo de destruir al movimiento Ocupa.
La redada cuasi-militar de la madrugada del 15 de noviembre contra el campamento del Parque Zuccotti en Nueva York, fue la culminación de una serie de ataques al movimiento en todo el país, de Oakland a Filadelfia y de Atlanta a Portland. En casi todos los casos, los ataques fueron llevados a cabo bajo las órdenes de alcaldes demócratas, mostrando que sin lugar a dudas el "partido del pueblo" no está con el 99 por ciento.
Pero si el 1 por ciento cree que sus redadas silenciarán a los activistas de Ocupa, están muy equivocados.
En Nueva York, cientos respondieron al llamado de emergencia en medio de la noche, y el día siguiente estuvo lleno de fluidas confrontaciones acerca del futuro del Parque Zuccotti. En Oakland, los activistas volvieron a llenar la Plaza Oscar Grant por algunas horas para su Asamblea General. En Portland, el movimiento está construyendo huelgas estudiantiles para el 16 y el 17 de noviembre, este último, un día nacional de acción para el movimiento.
Las redadas policiales y los intentos de atorar al movimiento con nuevas restricciones legales son un punto crucial en nuestra lucha. De su éxito o fracaso depende la futura forma y dirección del movimiento, pero los partidarios de Ocupa están determinados a continuar la lucha, tome o no una nueva forma.
El movimiento debe usar cada oportunidad para defender nuestros campamentos y nuestro derecho a protestar--pero también para organizar un movimiento más grande y más arraigado a la sociedad. Podemos hacer ambos en los próximos días, movilizando del mayor número de personas posible para defender los campamentos y para cada convocatoria del movimiento en solidaridad con los trabajadores--como el reciente 17 de noviembre.
LA MOVIDA para arrasar con el campamento de Ocupa Wall Street puede haber tomado por sorpresa a los activistas, pero no fue inesperada.
La evidencia señala a que la represión nacional del movimiento ha sido coordinada. Y si alguien lo duda, la alcalde de Oakland Jean Quan dijo en una entrevista con la BBC que la operación la semana pasada para limpiar el campamento de Oakland se produjo después de una conferencia telefónica "con 18 ciudades de todo el país que tenían la misma situación".
A los líderes políticos y empresariales cada vez más les molesta que los campamentos estén diciendo la verdad acerca de su poder, y los medios corporativos han repetido obedientemente sus calumnias y tergiversaciones contra Ocupa. Las redadas son la última fase de su contraofensiva.
Como el New York Times reportó, la operación fue "minuciosamente planeada" con semanas de antelación:
La madrugada del martes fue elegida porque se creía que el parque estaría más vacío, dijo la policía. La operación se mantuvo en secreto para todos, excepto un manojo de oficiales de alto rango, y a otros se les dijo que estaban involucrados en un ejercicio cuando comenzaron a prepararse la noche del lunes...
La operación vino después de semanas de planificación. Los oficiales de policía observaron cómo las ocupaciones en otras partes se han desarrollado...[y] realizaron conferencias telefónicas con sus colegas en otras ciudades. Incrementaron los llamados entrenamiento para el caos--medida contra-terrorista que involucra mover una gran cantidad de agentes de la policía rápidamente--para centrarse en Manhattan Bajo.
El simbolismo es inconfundible: una brutal redada contra manifestantes pacíficos acampando a la sombra de Wall Street y ordenada por un alcalde multimillonario--el 1 por ciento tomando enérgicas medidas contra el 99 por ciento.
El alcalde Michael Bloomberg y sus funcionarios afirmaron que estaban respondiendo a "inquietudes acerca de la seguridad y salubridad" y que el parque sería "limpiado y restaurado" antes de su reapertura en la mañana.
Lo que de hecho ocurrió fue que cientos de policías anti-motines arrasaron la plaza, tiraron las tiendas y la cocina de Ocupa Wall Street, y destruyeron miles de libros de su "Biblioteca Popular". Esta es, al parecer, la definición de Bloomberg de "limpiar y restaurar"--destruir lo que los manifestantes tomaron dos meses en levantar, y afirmar hacerlo por el beneficio "público".
Bloomberg dijo en un comunicado que el Parque Zuccotti, por ley, debe "permanecer abierto al público para el disfrute de la recreación pasiva las 24 horas del día. Desde que comenzó la ocupación, la ley no se ha cumplido", porque los manifestantes habían tomado el parque y "no ha estado disponible para nadie más".
No importa que la gran mayoría de los neoyorquinos nunca oyó hablar del parque, mucho menos puso pie un pie ahí, hasta que Ocupa Wall Street comenzó.
Del mismo modo, si aún había alguna duda, el rol de la policía, esta fue clarificada. La policía fue brutal y arrestaron a unos 200 manifestantes, dentro y fuera del parque. La concejal neoyorquina Ydanis Rodríguez quedó sangrando de una herida en la cabeza después de haber sido golpeada y detenida cuando la policía forzó a los activistas a salir del parque.
A pesar de la represión, cientos salieron a las calles a desafiar la redada, y más volvieron a la mañana siguiente. Temprano en el día, los abogados del movimiento Ocupa logrado una orden judicial contra la arbitraria regla de Bloomberg de que los activistas no podrían establecer campamento en el Parque Zuccotti, cuando éste fuera reabierto.
Pero la ciudad simplemente desafió la orden de la juez, manteniendo a la policía antidisturbios en el lugar para evitar que alguien entrara al parque antes de que los esbirros de Bloomberg encontraran un juez del Tribunal Supremo estatal para anular la orden del tribunal local.
Como lo puso Glenn Greenwald de Salon.com, el verdadero criminal está sentado en la oficina edilicia:
Bloomberg, esta mañana, ha quebrado más leyes que los cientos de manifestantes que fueron arrestados. Pero como sabemos, la ley no se aplica a los Michael Bloombergs de la nación. La ley simplemente ha sido explotada como un arma en manos de los poderosos de la política y la economía para evitar los desafíos en su contra.
POR SUPUESTO, no sólo republicanos multimillonarios, como Bloomberg, han llevado a cabo los ataques.
En Portland, el alcalde demócrata Sam Adams emitió la orden de desalojo. Y en Oakland, Jean Quan--una demócrata con una larga historia de activismo laboral y comunitario--envió a la policía por segunda vez a atacar el campamento.
Todos los alcaldes dicen que sólo están actuando en nombre de su responsabilidad por "la seguridad pública y la salubridad" y "el respeto a la ley." Bloomberg, por ejemplo, declaró que "No podía esperar a que alguien en el parque matara o dañara a otro trabajador de emergencias antes de actuar. Algunos me advirtieron en contra de tomar acción porque la aplicación de nuestras leyes podría ser utilizada por algunos como un pretexto para la violencia--pero nunca debemos temer a insistir en el cumplimiento de nuestras leyes".
Pero fue la policía quien arrasó las carpas en el Parque Zuccotti sin preguntar primero si había alguien adentro. En Berkeley, fue la policía quien aporreó a los estudiantes. En Oakland, fue la policía quien casi mató a Scott Olsen, un veterano de la guerra de Irak, golpeándolo en la cabeza con una granada de gas lacrimógeno.
En una ciudad tras otra, los políticos y la policía son los que han recurrido a la violencia, no el movimiento Ocupa. La idea de que estos funcionarios públicos se preocupan por el bienestar de la gente común es risible.
En Portland, el alcalde incluso tuvo el descaro de decir que él apoya el movimiento Ocupa, y que su orden de desalojar a los manifestantes fue sólo en el mejor interés del movimiento."He dicho desde el principio que creo que el movimiento Ocupa tendrá que evolucionar con el fin de desarrollar todo su potencial", declaró el alcalde.
Tan valioso como el consejo del alcalde Adams pueda ser, el movimiento Ocupa tiene toda la razón en considerarlo su enemigo y un protector de los intereses del 1 por ciento.
Cualquiera que sepa la historia del movimiento por los derechos civiles escuchará el eco del pasado cuando los políticos y la policía afirmaban que sólo quieren "mantener el orden" y "hacer su trabajo".
Pero aquellos en el movimiento Ocupa están cansados de que les pidan esperar, cansados de ver a los pobres y a la clase obrera sufrir mientras los ricos se hacen más ricos, cansados del desempleo, y cansados de los préstamos estudiantiles y las abrumadoras deudas médicas.
Las vidas del 99 por ciento son interrumpidas todos los días por la pobreza, las deudas, el desempleo, la falta de cuidado de la salud asequibles, las inadecuadas escuelas y mucho más. ¿Por qué no pueden las vidas del 1 por ciento ser interrumpidas en la búsqueda de una cierta medida de justicia e igualdad?
Las recientes redadas y arrestos deben ser vistos como lo que son: un asalto nacional contra el derecho a la protesta pacífica. El 1 por ciento no tiene otra respuesta a las demandas del movimiento Ocupa que no sea tratar de aumentar su riqueza y poder a nuestra costa, y de usar la represión policial contra los que disienten.
En EE.UU., más de 3.600 manifestantes de Ocupa han sido arrestados en los dos meses que el movimiento tiene de vida--mientras los criminales de Wall Street continúan su saqueo de la economía.
Ya sea que los ataques contra nuestro movimiento sean "pacíficos" o no, llevados a cabo con frases de apoyo o no, los políticos están unidos en su defensa del 1 por ciento.
Con las manifestaciones del día nacional de acción del 17 de noviembre, y con las que vendrán, enviamos un fuerte y claro mensaje: los representantes políticos del 1 por ciento podrán atacar a nuestros campamentos, pero nunca silenciarán la ira, el deseo de cambio y la decisión de lucha que está en el corazón de nuestro movimiento.
Traducido por Orlando Sepúlveda