Irán bajo la mira de EE.UU

March 9, 2012

Si el repicar de sables israelí y estadounidense se convierte en acción militar, o no, ambos gobiernos ya han cometido actos de guerra contra Irán.

LOS CÍRCULOS militares y de inteligencia en Estados Unidos, Europa, e incluso Israel, concuerdan: Irán no posee un arma nuclear, no posee un programa para su fabricación, y ni siquiera ha tomado una decisión de hacerlo en el futuro.

Pero aun así, los gobiernos de EE.UU. e Israel aumentan la presión para imponer drásticas sanciones sobre Irán, e incluso lo amenazan con guerra, por... su programa de armas nucleares.

Estas fantásticas fabricaciones y la llana hipocresía podrían ser para la risa, si no fuera por el riesgo real de una nueva guerra y más devastación para el Medio Oriente. Como la veterana activista anti-bélica y autora Phyllis Bennis escribió:

Es tentador pensar que esta vez será sólo otro período de tintinear los sables contra Irán, como las anteriores. Pero hay significantes peligros nuevos. La Primavera Árabe, la posición de Israel, los cambios en el equilibrio regional y global de las potencias, y las campañas electorales nacionales, todos apuntan a una ronda de histeria anti-iraní que presenta riesgos potencialmente más graves que hace cinco o seis años.

Two F-15 Eagle fighter jets perform a training exercise

Cambie el canal a cualquier noticiero--periodistas y comentaristas por igual hablan como si las armas nucleares iraníes fueran un peligro inminente.

Pero desde 2007, todos los informes de la Administración Internacional de Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés) y todos los Estimados de Inteligencia Nacional elaborados por las agencias de espionaje de Estados Unidos han confirmado que Irán abandonó su programa en el 2003, cuando aún estaba muy lejos de desarrollar un arma nuclear--y no ha hecho ninguna gestión para re-iniciarlo desde entonces.

Pero aunque no haya el mismo salvaje alarmismo en los medios de comunicación, Israel es el único país en el Medio Oriente con armas nucleares. Y los "halcones" israelíes y estadounidenses quieren sangre.

Mientras tanto, para la posición "moderada"--representada por el presidente Barack Obama--los ataques aéreos podrán ser prematuros, pero es totalmente apropiado imponer duras sanciones, como las utilizadas contra Irak luego de la primera Guerra del Golfo, que costaron la vidas de más de medio millón de niños iraquíes menores de cinco años.

Sin evidencia de que Irán esté construyendo armas nucleares, o que tenga la intención de hacerlo, la gris realidad es que EE.UU. y sus aliados buscan infligir un severo castigo colectivo sobre la población iraní, porque su gobierno se niega a poner fin a un programa civil de energía nuclear.

Obama podrá desdeñar la "fanfarronería" de guerra, pero Estados Unidos ya está en lo que el comentarista Juan Cole llamó "total-sanción, y una modalidad de cuasi-guerra."

El nuevo enfrentamiento contra Irán está siendo alimentado tanto por las aventureras maniobras de líderes políticos que compiten por "ser el más duro" contra la supuesta "amenaza nuclear", como por las cambiantes relaciones de poder en una región donde el imperialismo americano ha sido debilitado por reveses militares y por los alzamientos de la Primavera Árabe del último año.

Nadie debe subestimar el potencial de este conflicto de desembocar en una guerra frontal, con terribles consecuencias para las poblaciones de Irán, de toda la región y del mundo entero.


LA ÚLTIMA fase de escalada retórica coincidió con una visita a Washington del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, la figura política internacional más asociada con el empuje bélico contra Irán.

De acuerdo con informes mediáticos, sectores del establecimiento político-militar israelí están preocupados por las consecuencias de un ataque aéreo sobre Irán. Pero no Netanyahu ni el ministro de Defensa, Ehud Barak. De hecho, el ex jefe del Mossad--el servicio secreto israelí--Meir Dagan afirmó que él y otros altos funcionarios apenas detuvieron un intento de Netanyahu y Barak de ordenar ataques aéreos en el 2010.

Israel ha estado presionando al gobierno estadounidense con respecto Irán, su principal rival en la región, desde hace años. Pero la nueva urgencia está siendo modelada por la evolución de la situación en el Medio Oriente. La retirada de tropas de combate estadounidenses de Irak dejó el gobierno en manos de partidos alineados con Irán. Además, la revolución en Egipto derrocó al principal aliado de EE.UU. e Israel entre los regímenes árabes.

Pero los conservadores islamistas chiítas que dominan el gobierno iraní no son amigos de la revolución árabe. Ellos reprimen un movimiento democrático dentro de Irán, y su aliado más cercano en la región es el régimen sirio de Bashar al-Assad, que libra una guerra civil sin cuartel contra un levantamiento popular. Mas con Mubarak fuera de Egipto y EE.UU. fuera de Irak, Irán goza de una posición más fuerte hoy.

Israel tiene voces que lo apoyan en Washington para conseguir que EE.UU. apruebe un ataque militar "preventivo" contra Irán--especialmente entre los trogloditas que buscan la nominación presidencial del Partido Republicano. Estos dirán cualquier cosa, no importa cuán distorsionada o racista, para presionar a Obama. Newt Gingrich declaró por ejemplo que el gobierno iraní estaba "jugándonos como tontos", y Mitt Romney deliró--respondiendo a la pregunta de un niño de 11 años de edad--"Si Barack Obama es re-electo, Irán tendrá un arma nuclear."

Pero las trompetas de guerra cruzan la línea partidaria, porque ningún miembro del Congreso quiere aparecer blando ante la "amenaza nuclear". Así, a mediados de febrero, 32 senadores de ambos partidos presentaron una resolución, que "insta al presidente a reafirmar que un Irán con capacidad de armas nucleares es inaceptable, y a oponerse a cualquier política basada en la contención como una opción en respuesta a la amenaza nuclear iraní".

Esta fue una repetición de lo que ocurrió en diciembre, después de la publicación de un informe de la AIEA que confirmó que no hay evidencia de un programa de armas iraní desde el 2003. Los engañosos medios implicaron lo contrario, y los miembros del Congreso de ambos partidos apoyaron una legislación para imponer nuevas sanciones sobre Irán. Inicialmente, la Casa Blanca se opuso a la medida, pero luego Obama cedió y firmó la ley justo antes de finalizar el año.


ESTA ES una elocuente prueba de la doble cara de la administración Obama--y de qué lado gana en Washington a la hora de pagar la cuenta. Pero porque sería responsable de llevar a cabo un ataque militar sobre Irán, la Casa Blanca refleja las vacilaciones de su política exterior y, especialmente, del establecimiento militar a escalar el conflicto.

El Pentágono todavía está pagando el precio por la invasión a Irak--también justificada con fabricaciones sobre armas de destrucción masiva. Incluso después de la retirada de Irak, las fuerzas militares siguen sobre cargadas, al tiempo que la administración y el Pentágono hablan de la necesidad de expandir sus operaciones y prepararse para los conflictos en Asia.

Así, en la conferencia en Washington, DC, del Comité Americano para Asuntos Públicos Israelíes de la semana pasada, Obama dijo que "hay demasiada cháchara sobre guerra... En aras de la seguridad israelí, la seguridad de Estados Unidos, y la paz y la seguridad del mundo, ahora no es el momento de bravatas".

Sin embargo, Obama hizo precisamente eso--bravatas sobre a qué estaba dispuesto para confrontar a Irán. "Tengo una política para prevenir que Irán obtenga un arma nuclear", dijo Obama. "Y como he dejado claro, una y otra vez durante el curso de mi presidencia, no vacilaré en usar la fuerza cuando sea necesario defender a Estados Unidos y sus intereses".

El discurso de Obama demuestra que EE.UU. puede ser arrastrado a una acción militar contra Irán, incluso si los funcionarios de gobierno y analistas que lo asesoran no la crean la mejor opción en este momento. El presidente podrá querer "dar a las sanciones tiempo de trabajar", pero varios eventos podría llevarlo a participar en un ataque contra Irán, y posiblemente incluso iniciar uno.

La política exterior israelí consiste en provocar una respuesta del gobierno de Irán que pueda justificar una escalada de las hostilidades. Ese es el propósito detrás de los asesinatos de científicos asociados con el programa nuclear iraní, así como de una más amplia, y mortal, campaña de sabotajes.

Además, la amenaza sigue siendo que Israel realice una acción militar, incluso por encima de las objeciones de EE.UU. El secretario de Defensa, Leon Panetta, dijo al Washington Post que pensaba que un tiempo probable para un ataque israelí contra Irán es entre abril y junio. Algunos informes mediáticos especulan que el asalto es más probable en septiembre u octubre, poco antes de la elección presidencial en Estados Unidos.

En cualquier caso, Obama estará bajo una enorme presión política para comprometer tropas norteamericanas a otro conflicto bélico en el Medio Oriente. Cualquiera que piense que Obama nunca capitulará ante la histérica retórica de los republicanos debe echar un vistazo más de cerca a sus últimos tres años.


LA ESPECULACIÓN mediática sobre si Israel lanzará un ataque aéreo unilateral, o si EE.UU. comprometerá tropas a la acción militar, obscurece una importante realidad--ambos gobiernos ya son cómplices de actos de guerra contra Irán.

Primero, los asesinatos de científicos iraníes son claramente el resultado de operaciones encubiertas que involucran a Israel, y posiblemente a Estados Unidos. Oficialmente, ambos gobiernos afirman que no, pero funcionarios israelíes reaccionaron a estos asesinatos terroristas con un apenas disimulado gesto de triunfo que incluso los medios tradicionales interpretaron como una admisión tácita de su rol.

Luego está la guerra económica contra Irán. La nueva ley de sanciones firmada por Obama el año pasado está destinada al sistema financiero de Irán y ha puesto más presión sobre la moneda del país, la que ha caído en valor.

Aún más perjudicial es la decisión la Unión Europea (UE) en enero de prohibir las importaciones de petróleo iraní. Previamente, Italia y España, los mayores clientes de Irán en Europa, fueron capaces de resistir la presión estadounidense, pero la crisis de la deuda en esos países y la crisis económica en todo el continente ha puesto a la UE en línea.

Las sanciones han llevado una economía ya alicaída a una crisis más profunda. Según Juan Cole, Irán está empezando a tener problemas para importar trigo de Ucrania e India, produciendo escasez alimenticia, combinada con aumento de precios. La amenaza, dice Cole, es que las sanciones "podrían matar a miles de personas al provocar una hambruna."

Esto puede resultar familiar a cualquiera que recuerde las sanciones genocidas contra Irak, impuesta por las Naciones Unidas bajo la presión de Estados Unidos. Innumerables productos fueron prohibidos de entrar a Irak por su supuesto "uso militar", incluyendo productos químicos y suministros necesarios para reconstruir el sistema de saneamiento, por ejemplo. Las epidemias de cólera y tifus le siguieron.

El impacto de las sanciones recayó principalmente sobre los pobres y la clase obrera iraquíes, y menos que todo sobre Saddam Hussein y su régimen--el pretendido objetivo del bloqueo. Como Noam Chomsky escribió en In These Times, "las sanciones sobre Irak devastaron a la población y fortalecieron a Saddam Hussein, probablemente salvándolo de la suerte de otros tiranos delincuentes apoyados por Estados Unidos y Gran Bretaña".

Lo mismo será cierto en Irán. El régimen conservador sobrevivió el levantamiento del 2009 por medio de una salvaje represión. Desde entonces, el régimen ha sido capaz de reconstruir parte de su base popular, gracias en parte a la oportunidad que Occidente le otorga para hacerse pasar por defensor de la nación contra la creciente agresión imperialista. Además, las sanciones permitirán al régimen desviar la culpa por la crisis económica de su programa de privatización y austeridad.

Al fin, la escalada de tensiones y amenazas de guerra por seguro continuarán--no importa que tan obvio la supuesta "amenaza nuclear" de Irán no sea una amenaza en absoluto. Esto es porque el imperialismo estadounidense está decidido a dominar el Medio Oriente con el fin de controlar el flujo del bien más preciado del mundo, el petróleo.

Estados Unidos lucha por recuperarse de sus reveses en la región--de la pérdida dictadores aliados en Egipto y Túnez, a su fracaso en Irak que resultó en una mayor influencia iraní. Washington tendrá que adoptar una postura más agresiva contra Irán, no importa que actitud el gobierno de Obama tenga hacia los llamados por un ataque militar.

La agresiva retórica de Occidente y la escalada de las sanciones no tienen nada que ver con poner el mundo y la región a salvo de una amenaza nuclear. Y al contrario, sólo hará la guerra y el sufrimiento aún más probable.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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