Justicia para Trayvon Martin

March 23, 2012

Trayvon está muerto porque la sociedad estadounidense suda racismo por su piel.

UN JOVEN negro, Trayvon Martin, está muerto porque un auto-proclamado vigilante barrial pensó que Trayvon caminaba en el lugar equivocado. Su joven muerte es tan dolorosa para todos nosotros, como vieja es esta tragedia en la historia de Estados Unidos--y se apunta en el año 2012 para demostrar que el racismo sigue vivo y saludable.

La ira y las protestas generadas por la suerte de Trayvon señalan que un creciente número personas están hastiadas de injusticia y racismo. Corre un sentimiento de indignación similar al que ha estado al centro de algunas de las más importantes luchas por el cambio social en EE.UU. y que transformaron la sociedad en beneficio de los oprimidos y de todos en el país.

Todo aquel luchando por un mundo mejor debe unirse y buscar justicia para Trayvon--convirtiendo su ira en protesta contra el asesinato y contra todas las apariciones, las cotidianas también, del racismo que lo causó.


SÓLO ESTA semana notó la noticia nacional e internacional el asesinato de Trayvon. El 26 de febrero, el joven de 17 años fue a una tienda en Sanford, Florida, un suburbio de Orlando, donde visitaba a su padre y su novia. Él caminaba de regreso atravesando el retiro en Twin Lakes, una comunidad enrejada, cuando fue visto por George Zimmerman, un auto-nombrado guardián.

Students gather at a protest for Trayvon Martin outside the criminal justice building in Sanford, Fla.

Las llamadas realizadas por Zimmerman al 911, hechas públicas a duras penas por la policía cuando la presión cedió, presentan una escalofriante documentación de cómo Trayvon fue sigilado y racialmente perfilado. "Este tipo parece que está tramando algo malo, o está endrogado o algo así", dijo Zimmerman, de origen latino, al operador. En una llamada posterior, dijo que su víctima "luce Negro", y desobedeció las instrucciones de no seguir a Trayvon.

La novia de Trayvon dijo que en su última conversación telefónica, mientras Zimmerman lo seguía, el joven "Dijo que este hombre lo estaba observando, así que se puso su capucha", dijo la joven su sus entrevistadores. Ella relató que Trayvon se alejó de Zimmerman por un momento, pero que el éste lo rastreó y lo confrontó.

La llamada terminó abruptamente con el disparo de Zimmerman contra Trayvon. Zimmerman dice que tuvieron un altercado; que Trayvon (con 50 kilos menos que el asesino), lo forzó al suelo; y que tuvo que disparar en defensa propia. Sin embargo, testigos dicen que los gritos de auxilio antes del balazo, vinieron del joven, no del cancerbero.

La policía llegó minutos más tarde y encontró a Trayvon muerto. Su cadáver fue llevado a la oficina del médico forense y nombrado John Doe. Las autoridades, al parecer, nunca trataron de utilizar su teléfono para averiguar quién John Doe realmente era. Veinticuatro horas más tarde, un desesperado padre llamó al 911 por su desaparecido hijo.

La indiferencia de la policía con la muerte de Trayvon contrasta enormemente con el trato dado a Zimmerman. Tras ser interrogado, el ciudadano vigilante fue puesto en libertad, porque según la policía, no había pruebas para refutar a lo declarado por Zimmerman.

Hasta ahora, George Zimmerman no ha pasado ni un solo minuto en custodia. Imagine a Trayvon al otro lado del arma, admitiendo haber disparado al sereno, ¿puede alguien seriamente creer que Trayvon hubiera estado fuera de la cárcel en este momento?


ÉSTE, Y los muchos otros casos y estadísticas familiares a los lectores de SocialistWorker.org, contradicen la sabiduría convencional de los medios, que tras la elección de Barack Obama argumentaron que vivimos ahora en una América "post-racial".

Eso fue lo de lo primero que la derecha dijo cuan Barack Obama asumió, y que los "inquisidores" medios tomaron por hecho. La honesta realidad prueba que para las minorías raciales la situación no ha mejorado, y que el racismo persistirá, aun en formas más agudas, así como la Gran Recesión devora desproporcionada a la clase obrera afroamericana.

No sólo eso. Obama también ha señalado durante su estancia en la Casa Blanca que no está interesado en desafiar el racismo. Él ha evitado toda oportunidad para impulsar programas que proporcionen ayuda especial para los afro-americanos, a pesar de que ellos son los más afectados por la crisis. Y por lo general, él no se defiende cuando la derecha lo ataca con epítetos, ni mucho menos ha salido en defensa de la comunidad de color cuando la ésta vomita su odio.

Este prontuario nos dice algo importante acerca del racismo--y de cómo oponerse-le. La sistemática discriminación de los afro-americanos no será cambiada por actos simbólicos, ni con sólo mejor educación, ni por el sistema jurídico.

El racismo es uno de los principales medios del capitalismo para que la elite minoritaria mantenga su dominio. Como el abolicionista negro Frederick Douglass dijo, los dueños del mundo "aseguraron su ascendencia sobre ambos, blancos pobres y negros, poniendo enemistad entre ellos. Ellos dividen a ambos para conquistar a cada uno".

La conexión económica del racismo se remonta a los primeros días del capitalismo, cuando las primeras grandes fortunas de la burguesía estadounidense fueron construidas sobre la espalda de los esclavos negros en las plantaciones que alimentaron la revolución industrial. La ideología del racismo fue necesaria para justificar la esclavitud--un crimen, un sistema de explotación que, en palabras del marxista CLR James, fue "tan chocante... que la única justificación con que la humanidad podía enfrentarlo fue dividir la gente en razas y decidir que los africanos eran una raza inferior".

El capitalismo superó su necesidad por la esclavitud negra, pero no por la ideología del racismo. Ésta fue continuamente adaptada para realizar la misma doble función: justificar la abierta discriminación, segregación, de parte de la clase obrera, para mantener a los trabajadores divididos e incapaces de unirse contra su opresor común.

Hoy, los trogloditas que compiten por ser el candidato presidencial republicano se mueven en un ambiente en que el racismo abierto es aún tolerado, infectando la política nacional. Ahí tenéis Newt Gingrich, quién llamó Obama el "presidente de cupones", y a Rick Santorum, quien no quiere "hacer la vida de la gente negra mejor, dándoles a ellos el dinero de otros".

No sólo para agitar su base partidaria en contra de Obama es los que republicanos planean. Ellos quieren además invocar los estereotipos utilizados por los políticos de ambos partidos para justificar sus ataques contra los programas sociales.

Ronald Reagan puso a toda máquina su guerra, la de los ricos contra los pobres, en la década de 1980, después de caricaturizar como "welfare queens" (reinas del bienestar social) a las mujeres negras, supuestamente, viviendo la buena vida gracias a los generosos programas sociales del gobierno. Hoy, extremistas cómo Gingrich y Santorum, pero también los demócratas, siguen la misma tradición al hablar de "responsabilidad personal".

El crimen racista de un individuo puede y debe ser visto a la luz emanada de un sistema que se beneficia de la satanización de los afro-americanos.

Michelle Alexander, autora de El Nuevo Jim Crow, argumenta que la ideología del racismo cambió desde la era post-derechos civiles, de afirmar que los negros son inferiores a perpetuar el estereotipo de la criminalidad, especialmente de la juventud negra. Esto ayuda a justificar, por un lado, la construcción de un aparato estatal represivo para ser usado sobre las minorías perseguidas, y contra cualquiera que desafíe el estatus quo, y por el otro, la ejecución de la ley y del orden racistas y su alharaca, sigue siendo un medio eficaz para mantener a los trabajadores de diferente raza enfrentados entre sí.

El racismo está tatuado en la piel del capitalismo, así que no va a desaparecer con sólo desafiarlo--a pesar de lo importante que esto es cada vez que se asome. El racismo debe ser enfrentado en la lucha por construir un movimiento obrero multirracial basado en la defensa de las demandas de todos los oprimidos y explotados.


POR ELLO es que la lucha afro-americana contra el racismo y por la liberación negra ha sido siempre una cuestión decisiva para la izquierda americana.

La inmensa riqueza y poder del capitalismo norte-americano y su Estado fueron fundados sobre la base de la mano de obra esclava negra, y desde entonces, la ideología del racismo ha sido de mucha utilidad a la clase dominante. Por tanto, cada ejemplo de la resistencia afro-americana representa un reto, pequeño o grande, pero fundamental al sistema.

Cuando esta resistencia fue victoriosa proporcionó algunos de los momentos más altos en la lucha por la libertad en Estados Unidos, por ejemplo, la abolición de la esclavitud y la derrota de la segregación Jim Crow. Además, la acción anti-racista, de los Negros o de coaliciones multirraciales, ha inspirado a muchos a seguir su ejemplo.

El movimiento abolicionista del siglo XIX contó con muchos ex-esclavos, como Douglass, entre sus líderes, quienes contribuyeron a transformar la sociedad americana derrocando a la eslavocracia sureña. Los militantes de ese movimiento desempeñaron importantes roles en las luchas por los derechos de la mujer y del movimiento obrero.

Un siglo más tarde, el movimiento por los derechos civiles y luego el Poder Negro inspiraron protesta y disidencia en toda la sociedad gringa. Algunas de las primeras manifestaciones contra la guerra imperialista en Vietnam fueron organizadas por activistas entrenados en el movimiento por los derechos civiles.

Hay una simple razón para estas intersecciones en la historia de la resistencia a la opresión en Estados Unidos. Al desenmarañar una injusticia en una sociedad donde la explotación y la opresión están entrelazadas en un solo hilo es inevitablemente tirar su cabo sin tironear el otro.

La lucha contra el racismo no es sólo una urgente obligación moral para aquel que odie la intolerancia. Es también una parte esencial de una lucha más amplia. Es por eso que todo socialista y luchadores por la justicia social deben responder a esta afrenta tan poderosa, como eficazmente, poniendo la lucha contra el racismo al centro de todo esfuerzo por el cambio social.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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