Desnudándonos los derechos

April 13, 2012

El fallo de la Corte Suprema, acerca del cacheo corporal al desnudo, incrementa el asalto sobre nuestras libertades civiles.

MIENTRAS EL más alto tribunal de justicia en Estados Unidos deliberó acerca de la constitucionalidad de la reforma de salud de Barack Obama, hubo un abierto y menudo forcejeo mediático entre demócratas y republicanos, y una chorrera de "expertos" especuló sobre cada palabra que cada juez pronunciaba.

Pero los medios estuvieron mucho más tranquilos unos días más tarde, cuando los mismos jueces dieron a conocer una de sus más perturbadoras socavaciones a las libertades civiles de todos los tiempos--con las porras y asistencia de la administración Obama.

El 2 de abril, la Corte Suprema anunció que había deliberado, en una votación de 5 a 4, que toda persona arrestada o temporalmente detenida, puede ser sometida a un cacheo corporal desnudo--no importa cuán pequeño el cargo o si hay evidencia alguna de que la persona lleve armas o contrabando.

Esta decisión es un nuevo avance en la arremetida contra nuestras libertades civiles básicas--una guerra puesta en marcha bajo George W. Bush y sus neoconservadores fanáticos, pero lidiada con entusiasmo por un presidente demócrata, el ex profesor de derecho constitucional cuyos simpatizantes lo esperaban ver volteando la página Bush.

The U.S. Supreme Court building

No puede haber error alguno--la continua ampliación de poderes del Estado a expensas de las libertades y derechos civiles está siendo apoyada por republicanos y demócratas por igual.


NO ES exageración decir que la Corte Suprema ha dado luz verde al cacheo corporal de un conductor detenido por la policía. Eso es exactamente lo que ya le sucedió a Florence Albert, de Nueva Jersey, el demandante en el caso que llegó a la corte superior.

Florence fue parado y detenido por una orden de arresto en su contra, por una multa que ya había pagado, pero que no había sido actualizada en el récor informático de la policía. Él presentó prueba de ello a la policía cuando fue detenido. Florence sospecha que él y su esposa embarazada fueron parados--él ni siquiera conducía en ese momento, ella lo hacía--fue porque él fue un hombre de negro, en un coche caro.

Florence fue sometido a dos cacheos corporales, en dos cárceles, en sus seis días de encierro. En uno, se le instruyó quitarse toda su ropa, abrir la boca, levantar la lengua, abrir los brazos, girar y levantar sus genitales.

Desde 1979, el personal penitenciario ha debido producir una sospecha razonable de que el reo esconda un arma o contrabando para llevar a cabo este tipo de deshumanizante búsqueda invasiva. Pero ahora, esta pequeña restricción fue tirada por la borda. Con el fallo, la Corte Suprema está otorgando a los gendarmes el derecho a cachear al desnudo, arbitrariamente, en cualquier momento--una licencia para físicamente intimidar y violar los derechos de cualquier preso.

Para cualquier persona sana, esto es una flagrante violación a los derechos humanos básicos. Pero el Departamento de Justicia de la administración Obama abiertamente animó a la Corte a pronunciarse favor de los cacheos corporales.

Los funcionarios de la administración se atrevieron a presentar su posición como "ecualizadora". "Cuando se tiene una regla que trata a todos por igual", argumentó el abogado del Departamento de Justicia Nicole Saharsky, antes de la sentencia del tribunal, "se acaban los señalamientos. Se termina con cualquier brecha de seguridad".

¿Cómo? En el nombre de "tratar a todos por igual," los gendarmes pueden usar cualquier pretexto para cachear al desnudo--y vejar personas acusadas de hurto o vagancia; a miles de conductores detenidos, como Florence Albert, por conducir y ser negro; y por qué no, a manifestantes políticos.

Como todos sabemos, no "todo el mundo" será tratado "igual". Los gendarmes tendrán el derecho de cachear al estafador de Wall Street Bernie Madoff, al vigilante George Zimmerman y a un policía, un político o juez acusado de un delito, pero reservarán la vejación, y la violación de sus derechos humanos, a negros, latinos, árabes y musulmanes--y los pobres de todas las razas.


EL FALLO judicial--y el apoyo que tuvo por parte de la administración Obama--es chocante, pero el horror más grande es que esto sólo es un ejemplo del vasto asalto bipartidista a nuestras libertades civiles. Obama ha seguido los pasos de su predecesor, incluso en lo peor de las políticas represivas.

Al igual que Bush, Obama está usando el fantasma del terrorismo y la seguridad interna para hacer aceptar la destrucción de las libertades individuales.

De hecho, del mismo modo la conservadora Corte Suprema trató de racionalizar su apoyo a los cacheos. "Uno de los terroristas implicados en los atentados del 11", argumentó el juez Anthony Kennedy, "fue parado y multado por exceso de velocidad sólo dos días antes del secuestro del vuelo 93".

¿Dice Kennedy que si el terrorista hubiera sido desnudado, tal vez el ataque del 9/11 no hubiera sido llevado a cabo?

Obama ha continuado y superado a Bush, usando su imagen de demócrata liberal y libertario civil para así evitar la oposición. Su lista de blancos parece crecer cada semana: quebrando la promesa de cerrar Guantánamo, continuando el uso de espionaje ciudadano sin orden judicial, apoyando la prosecución de aquellos que han quebrado el silencio y denunciado al gobierno, y manteniendo un estado de guerra anti árabe y musulmán en EE.UU., con pretextos tales como el supuesto "apoyo material" al terrorismo.

En diciembre pasado, Obama firmó la Ley de Autorización de Defensa Nacional, que entre otras cosas, faculta a los militares a detener indefinidamente a cualquier persona que ellos crean es una amenaza terrorista, incluyendo ciudadanos americanos, supuestamente garantizados el derecho al proceso debido. Este fue uno de los peores ataques contra las libertades civiles en las últimas décadas, rivalizando con las medidas puestas en marcha durante la era de anti-comunismo McCarthista.

En los próximos meses, el Partido Democrático va a promover la elección de Barack Obama como la última línea de defensa contra el despojo de nuestros derechos, ejecutado por los republicanos. Pero, como las acciones de la administración Obama en torno a la decisión de la Corte Suprema dejan muy claro, la guerra contra nuestros derechos es bipartidista.

La única manera de prevenir una mayor acumulación de poderes del Estado y un mayor debilitamiento de las libertades civiles es exponiendo a la administración de Obama por su hipocresía y construyendo una oposición al asalto sobre la Constitucional, no importa qué partido esté en el poder.

Durante la Primera Guerra Mundial, la Corte Suprema hizo el trabajo sucio del imperialismo norte-americano, sancionando leyes que penalizaban la disidencia. Incluso el más liberal de los jueces apoyó entonces leyes encarcelaban a los que hablaban y organizaban en oposición a la guerra.

Contrario a su imagen de ser un arbitro "neutral", el papel de la Corte Suprema de Justicia es proteger el estatus quo y las necesidades del capitalismo. Así que cuando la clase dominante de EE.UU. necesita aplastar el disenso o controlar el ejercicio de las libertades civiles, la Corte Suprema está feliz de hacerlo.

Pero en tiempos de agitación social, cuando hay un gran apoyo por más derechos y democracia, los tribunales han sido empujados a hacer lo correcto.

Cuando el movimiento de derechos civiles comenzó a transformar la opinión pública sobre el racismo en EE.UU., también transformó cómo la Corte Suprema dictaminó. Este fue el contexto para el fallo contra las escuelas públicas "separadas pero iguales" de Brown v/s la Junta de Educación de Topeka en 1954.

Del mismo modo, en 1966, la Corte falló a favor de exigir a la policía leer sus derechos constitucionales a quienes arresten, en Miranda v/s Arizona. En la década de 1970, con los movimientos por la igualdad aún en alza, la Corte Suprema falló a favor del derecho el aborto y detuvo la pena de muerte.

Como el fallecido historiador Howard Zinn señaló en la década de 1970, "Sin formas tradicionales de poder y riqueza, nosotros sólo podemos crear una fuerza afuera de lo que tenemos: nosotros mismos en asamblea, nuestra capacidad de retener nuestro trabajo, de retirar nuestro consentimiento, de apoderarnos cooperativamente de los recursos a la mano".

Esto debemos hacer para defender nuestros derechos--no depender de los demócratas para que los defiendan por nosotros.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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