¿Qué da inicio a una rebelión?

May 4, 2012

Veinte años después, muchos de los ultrajes que desataron la Rebelión de Los Ángeles--violencia policíaca, encarcelación masiva, discriminación, y desigualdad--aún existen hoy.

"RODNEY KING es un símbolo que une el desenfreno racista de la policía de Los Ángeles a la crisis de la vida negra por doquier, de Las Vegas a Toronto. De hecho, cada vez es más claro que el caso King es un hito en la historia de Estados Unidos al menos tanto como Dred Scott, una prueba al mero sentido de ciudadanía por el que los afro-americanos han luchado por 400 años".

Así el autor Mike Davis describió la indignación, hace 20 años, cuando la "justicia" absolvió a cuatro policías de Los Ángeles que habían golpearon salvajemente al automovilista negro Rodney King.

El veredicto encendió una rebelión que dio expresión a la bullente ira en los barrios negros de ésta y muchas otras ciudades, no sólo por la brutalidad policíaca, sino contra todas las facetas del racismo en EE.UU. Pero al contrario de lo dicho por los políticos y la prensa, la Rebelión de Los Ángeles tuvo una dimensión multirracial, como Socialist Worker, entonces, la llamó: "no sólo una revuelta negra contra el racismo, pero también una revuelta de los no tienen, de todas las razas, contra los que tienen".

Protesters bring their rage into the streets after the not-guilty verdict for police who beat Rodney King

Veinte años más tarde, muchos de los mismos ultrajes que encendieron la Rebelión LA--violencia policial epidémica, encarcelamiento récor de afro-americanos, discriminación y desigualdad a través de cada capa de la vida en Estados Unidos--aún queman hoy.

En una sociedad como la nuestra, donde la carga de la opresión y la explotación pesan enormemente sobre la vida de tantas personas cada día, cualquier persona buscando algo de justicia social se haya tratando de responder qué será necesario para que esta ira acumulada explote en acción. La historia de la Rebelión LA –qué devino de ella y qué no--tiene mucho que enseñarnos, no sólo acerca de qué anda mal con la sociedad, y por qué, sino que también qué será necesario para transformarla.


LA PALIZA que Rodney King recibió--electrocutado, pateado en la cabeza y aporreado por una multitud de oficiales--pudo haber sido ignorada, como muchos otros casos de brutalidad, antes y después.

Pero ésta fue capturada en video. Millones y millones de personas en todo el país y el mundo vieron a King arrastrarse por el suelo, mientras la policía lo rodeó para tomar turnos en golpearlo. La saña de la tunda fue innegable, y los medios se vieron obligados, por una vez, a reportar sobre el racismo, el abuso y la violencia que los afro-americanos encaran a manos de la policía.

La indignación fue tanta que cuatro oficiales fueron, _de hecho, acusados de uso de fuerza excesiva. Pero su juicio fue trasladado a Simi Valley, de mayoría blanca y rica, donde a los enjuiciados __se les garantizó un jurado exclusivamente blanco. En otras palabras, un trato a la medida para exonerar a los policías, mostrando a todo público lo que la gente de color en EE.UU. ha sabido desde hace mucho--si eres negro y pobre, la balanza de la justicia se inclina en tu contra.

La respuesta al fallo de "no culpables" fue inmediata--de unos cientos de personas conglomeradas fuera de los Tribunales de Los Ángeles y la jefatura de policía, a disturbios y saqueos que estallaron en LA Sur Central y que continuaron varios días, con especial atención en símbolos de poder y opresión.

Rodney King no fue el único nombre en los labios de los amotinados--había muchas otras víctimas de la violencia racista. El año anterior, Latasha Harlins, una quinceañera que recibió un disparo en la cabeza por parte de un tendero coreano tras una disputa por una botella de jugo de 1,79 dólares, murió con el dinero para pagar por el jugo en la mano. El comerciante que la mató salió en libertad condicional.

Aunque la Rebelión LA fue una reacción contra la violencia policial y el racismo, la peor parte de la destrucción de la propiedad en los vecindarios afroamericanos se la llevaron los negocios coreanos. Muchos otros son los culpables de la pobreza en los barrios pobres de Los Ángeles, pero los mercaderes coreanos eran vistos, como Mike Davis dijo en una entrevista con Socialist Worker, como "los intermediarios entre la gente del gueto, negros y mexicanos, y el gran capital".


LA IRA por el caso King se dejó sentir en todos los grupos raciales y étnicos--y muchos otros, no sólo negros, participaron en las protestas. En una encuesta de USA Today, después del veredicto, el 90 por ciento de negros y 63 por ciento de blancos dijo que el caso King era una evidencia del generalizado racismo en la sociedad estadounidense.

Willie Brown, jefe de la Asamblea de California, describió la realidad de los disturbios en el SF Examiner:

[L]a la violencia no estuvo contenida al centro urbano, sino que se extendió a los barrios periféricos y de lujo... Por primera vez en la historia de Estados Unidos, muchas de las manifestaciones y mucha de la violencia y el crimen, especialmente el saqueo, fue multirracial--negros, blancos, hispanos y asiáticos estuvieron todos envueltos.

Un análisis de los primeros 5 mil arrestos en los alrededores de Los Ángeles reveló que el 52 por ciento era latino, 10 por ciento blanco y sólo el 38 por ciento negro. Como Davis escribió en un artículo para Nation, "[L]a primera revuelta multirracial del país fue tanto por estómagos vacíos y corazones rotos, como fue por porras policíacas y Rodney King".

La rebelión fue alimentada por el reconocimiento general de que el así llamado sueño americano era una mentira. La promesa de un buen trabajo, un hogar y una educación para los hijos, aunque nunca accesible para toda la clase obrera y especialmente negada a los negros, ahora no era más que un espejismo para la gran mayoría.

La disminución de los niveles de vida para los trabajadores puede ser leída en la historia de la industria automotriz de Los Ángeles--la que llegó a ser la segunda más grande del país a mediados de los años 1960, dando empleo a unos 15.000 obreros, y que cerró su última planta en Van Nuys en 1992.

Los disturbios provocaron que, al menos por un tiempo, la clase política despertara y tomara nota de las consecuencias de la injusticia racial en Estados Unidos. Como el Wall Street Journal lo puso:

La raza esta volviendo al primer plano... Con poco dinero o decisión de poner en marcha nuevos programas sociales, casi ha habido un código del silencio entre los principales candidatos presidenciales sobre cómo tratar los problemas de las ciudades de norte-américa. Desde el miércoles [el primer día de la revuelta], esto ha cambiado.

Pero a diferencia de la Rebelión Watts de 1965, ocurrida en medio del poderoso movimiento por los derechos civiles, la Rebelión LA de 1992 vino en los talones de una larga retirada de toda lucha por la justicia social. Los gobiernos de Ronald Reagan y George Bush, padre, gastaron años llevando a cabo un multifacético asalto contra los obreros americanos, atacando sus sindicatos, fragmentando la red de la seguridad social, y usando gente de color como chivos expiatorios, con estereotipos racistas.

Así que cuando la Rebelión LA ocurrió, los líderes políticos hicieron todo lo posible por evitar discutir la injusticia racial y la desenfrenada brutalidad policíaca, y usaron la familiar retórica acerca de las forajidas comunidades negras y pobres que se niegan a tomar "responsabilidad personal".

El presidente Bush envió refuerzos federales a Los Ángeles, "para usar toda la fuerza necesaria" para aplastar la rebelión. Su secretario de prensa, Marlin Fitzwater, de hecho culpó del levantamiento a "los programas liberales de los años 60 y 70", que "redistribuyen la riqueza o que dan limosna directa".

Por su parte, el candidato presidencial en 1992, Bill Clinton hizo un gran esfuerzo en denigrar a los "salvajes" saqueadores, afirmando que: "Ellos no comparten nuestros valores, y sus hijos están creciendo en una cultura ajena a la nuestra, sin familia, sin barrio, sin iglesia, sin apoyo".

Una vez en el cargo, Clinton continuó el asalto republicano contra la clase obrera, especialmente los trabajadores negros. Además, se especializó en el uso del lenguaje de la "responsabilidad personal" como una excusa para destruir los programas sociales que los republicanos hacía tiempo querían cortar. Clinton no sólo firmó la ley de deforma bienestar del social, sino que además alentó los ataques a la acción afirmativa y facilitó el encarcelamiento masivo con dos leyes draconianas.

Bill Clinton ayudó a retroceder el reloj de los logros más importantes de la era de los derechos civiles--y lo llamó una nueva de América "post-racial".


VEINTE AÑOS después, muchas de las condiciones que provocaron la Rebelión LA aún existen.

El acoso y asesinato policial abundan en Estados Unidos este año. La lista de afro-americanos asesinados por la policía crece día a día: Oscar Grant, Stephon Watts, Boyd Rekia, Kendrec McDade ...

En gran parte debido a la "guerra contra las drogas", una generación de afro-americanos ha sido víctima de la encarcelación masiva; sus vidas cambiadas para siempre--trabajo, vivienda, educación, el derecho al voto y otros, todos negados--por tener la desgracia de haber entrado en contacto con la "justicia".

Según la autora de El Nuevo Jim Crow, Alexander Michelle, hoy hay más negros en las garras del sistema penitenciario--prisión o cárcel, libertad condicional o libertad bajo palabra--que esclavos hubo en 1850.

Y la otra causa central de la Rebelión LA--la desigualdad económica--es hoy aún peor.

Luego de la Rebelión LA, un comité de la legislatura de California dio a conocer un informe, titulado No Basta Reconstruir, que como la Comisión McCone después de la Rebelión Watts, recomendó varias mejoras que hacer en la vivienda, la educación y el empleo. Hoy, en cada una de estas áreas la situación de los negros en Los Ángeles, u otras ciudades de todo el país, no es mejor, y en muchos casos peor.

En la vivienda, abusivos préstamos durante la manía hipotecaria de los 2000 deletreó un desastre financiero para muchas familias negras. Las minorías fueron sobre tres veces más probables de terminar con préstamos de alto riesgo que dueños de casa blancos, con una explosión de tasas ajustables, engañosas tasas de entrada y de pagos. De acuerdo con el Centro de Empréstito Responsable, se espera que las ejecuciones hipotecarias afecten a uno de cada 10 prestatarios negros en Estados Unidos.

En el área de la educación, la historia es peor. En lo que es el ejemplo más inquietante del retroceso desde el movimiento por los derechos civiles, las escuelas están siendo re-segregadas. De acuerdo a un estudio realizado en el 2009 por el Proyecto de Derechos Civiles de la UCLA, el 40 por ciento de los estudiantes negros y latinos en EE.UU. van a escuelas segregadas. Esas escuelas son más pobres--un estudiante negro promedio asiste a una escuela donde el 59 por ciento de los niños viven en la pobreza.

En cuanto al trabajo, la tasa oficial de desempleo afro-americano, aunque ha disminuido, es aún un 13,6 por ciento, casi el doble que el desempleo de los blancos. Y la cifra oficial no considera a un gran número de personas. Según la Universidad de Wisconsin-Milwaukee, en las grandes ciudades de todo el país, en promedio, sólo un poco más de la mitad de los varones negros en edad de trabajar están empleados.

De cualquier manera, el racismo y la desigualdad económica son el estatus quo en Estados Unidos. Pero los políticos todavía insisten en la "responsabilidad personal", desde el republicano Newt Gingrich, que sugirió a los niños pobres recoger un trapeador y re-emplazar al conserje de sus escuelas, al demócrata Barack Obama, que culpó, en uno de sus discursos anuales por el Día del Padre, a las familias de madres solas por el alto índice de delincuencia en las comunidades afroamericanas.

Los líderes políticos de ambos partidos están dispuestos a desviar la atención de la verdadera fuente de la desigualdad--una continua bonanza para los ricos, pagada por la clase trabajadora. Al mismo tiempo, el enojo por esta situación está creciendo. Con la crisis económica continuamente golpeando a la clase obrera, y los ricos aprovechando a manos llenas, muchos hacen la pregunta: ¿De qué lado estás?

Este es un clima bajo el cual un creciente número de gente verá que la solidaridad es nuestra arma más poderosa, y el espíritu de rebelión podrá crecer.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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