Contra la violencia sexual

March 25, 2013

El nuevo movimiento contra los asaltos sexuales señala que muchos ya están hartos de la violencia contra la mujer, y de la sociedad que la genera.

"¡PRIETA! ¡ESPERO que te violen y te degollen!" "Necesitas que te monte un pelotón pa' que te entre un poco de razón, llegua estúpida".

Este torrente de misoginia racista fue dirigido a la activista Zerlina Maxwell luego de aparecer en Fox News, moderado por Sean Hannity, y sugerir que armar a las mujeres no detendrá las violaciones y que la responsabilidad de prevenir un asalto sexual no recaé en la mujer.

"No creo que debamos decir nada a la mujer", dijo Maxwell a Hannity. "Creo que deberíamos decir a los hombres no violar mujeres, e iniciar la conversación ahí".

Ésta no debiera ser una declaración polémica, ¿verdad? ¿Cómo podría alguien no estar de acuerdo con pedir a los hombres no violar a una mujer?

Pero la repugnante respuesta que Maxwell obtuvo después de aparecer en Fox parece ser aceptable cuando se trata de este tema.

Una y otra vez, el asunto del asalto sexual y la violación es puesto de cabezas. En los campus universitarios, a las mujeres se les dice no caminar solas o usar ropa "inapropiada" porque podrían estar invitando un ataque sexual. Después de una violación, una mujer es cuestionada acerca de lo que llevaba vestido, lo que había bebido y lo que hizo para "provocar" a su atacante. En la corte, se le pregunta si luchó lo suficiente o si envió "señales mixtas".

Protesters against victim-blaming at a New York SlutWalk protest in 2011

Este nocivo patrón fue visible durante el juicio de los dos jugadores de fútbol americano de la escuela secundaria de Steubenville, Ohio, quienes violaron de una joven en una fiesta del equipo.

Los dos adolescentes fueron declarados culpables, pero esto no borra el vil abuso que la joven sufrió después de atreverse a ir a la policía. La estrategia de la defensa fue familiar: Ella no dijo "no", argumentaron los abogados, a pesar de que las fotos que surgieron en los medios sociales muestran que la víctima estaba inconsciente.

El mensaje de los abogados, en éste y tantos otros casos, es que la responsabilidad de prevenir una violación recae en la mujer.

Pero hay una nueva conversación sobre el tema ocurriendo en Estados Unidos. Una nueva generación de mujeres, a menudo hombro a hombro con los aliados masculinos, se niega a ser silenciada por una violación, sea en Steubenville, Ohio, en un campus universitario, o en una barraca militar. Estas activistas apuntan con el dedo los aspectos más desagradables de nuestra sociedad que generan la violencia sexual, y las instituciones que la permiten.


ZERLINA MAXWELL se ganó la hostilidad de los fanáticos de Fox News por sencillame decir que armar a las mujeres, como dice la derecha, no detendrá la violencia sexual.

Maxwell ni siquiera señala que la mayor preocupación de la derecha es el derecho a portar armas, no detener los asaltos sexuales. De hecho, los republicanos intentaron bloquear la renovación de la Ley de Violencia contra la Mujer en el Congreso, y sólo dieron marcha atrás luego de ser avergonzados ante la opinión pública. Durante las últimas elecciones, un sorprendente número de candidatos republicanos aleccionó a las mujeres sobre qué, y qué no, es una violación "legítima".

La derecha no sabría qué hacer si las mujeres de este país comenzaran a disparar a sus violadores. Como Maxwell dijo a Hannity: "Hablás de esto como si se tratara un criminal sin rostro, sin nombre, cuando muchas veces, se trata de alguien que conoces y en el que confías... Quiero que las mujeres puedan protegerse a sí mismas, sí, pero también quiero que no tengan que enfrentar esta situación".

En un artículo para la revista Ebony, Maxwell explicó lo que quería decir, citando a Eesha Pandit, director ejecutivo de Hombres Deteniendo la Violencia. Pandit le dijo:

La pregunta de qué pueden hacer las mujeres para prevenir la violencia contra ellas es la pregunta equivocada. No es lo que una mujer pueda hacer o decir lo que puede evitar un ataque. Tenemos que revertir ese paradigma. Tenemos que centrarnos en los mensajes que los hombres están recibiendo y cómo se relacionan con las mujeres".

Como Maxwell, Pandit y muchos otros señalan, la violación es tratada de un manera diferente que otros delitos: No sólo las víctimas son, con frecuencia, escuchadas con incredulidad, sino que también son vistas como cómplice por su comportamiento personal, su ropa, si bebió o no, o lo mucho o poco que resistió.

En los campus universitarios, por ejemplo, los administradores advierten rutinariamente las estudiantes a moderar su comportamiento como el mejor medio de prevenir un asalto. En un absurdo ejemplo de esto, la Universidad de Colorado envió a su plantel femenino una lista de 10 consejos de "última instancia" para detener un asalto sexual. Incluidos en la lista estaban: "Dile a tu atacante que tienes una enfermedad o que estás menstruando" y "vómitos u orina también puede convencer al agresor a dejarte en paz".

Esto puede ser extremo, pero la idea general es muy común: evitar una violación es responsabilidad de la mujer, y no de los hombres que violan.

Esta retorcida lógica fue claramente destacada en una decisión el año pasado, 4-3, de la Corte Suprema de Connecticut que revocó la condena de Richard Fourtin Jr., acusado de asalto sexual.

La víctima en este caso era una mujer con severa parálisis cerebral, que no puede comunicarse verbalmente y que tiene el "equivalente funcional intelectual de un niño de 3 años de edad". Sin embargo, según el tribunal más alto del estado de Connecticut, la víctima no hizo el suficiente esfuerzo para repeler a su agresor, ya que supuestamente era capaz de "morder, patar, arañar, chillar, o gemir".

Este "razonamiento" legal es asqueroso, pero la verdad es que es sólo el más escandaloso ejemplo de la clase de preguntas que las sobrevivientes de un asalto sexual son rutinariamente sometidas.

Incluso en la izquierda tales ideas no están ausentes. Escribiendo en Alternet, Valerie Tarico, ella misma una víctima de violación, reconoce los altos índices de violación e intento de violación en EE.UU., pero afirma que "la relación entre debilidad femenina o la coerción y la excitación sexual está duramente entrelazado en el cerebro de nuestra especie, y no va a desaparecer... Absolver a la mujer de toda responsabilidad nos niega la capacidad de respuesta".


SEGÚN LA Red Nacional de Violación, Abuso e Incesto, una de cada seis mujeres en E.E.U.U. ha sido víctima de una violación intentada o consumada en su vida (algunos estudios muestran un número aún mayor). Cada dos minutos, alguien es asaltado sexualmente en Estados Unidos, y aproximadamente dos tercios de estos asaltos son cometidos por alguien que la víctima conoce.

El cambio de los términos del debate sobre la violencia sexual, como Maxwell y otros están tratando de hacer, es de vital importancia. También lo es la construcción de una lucha activa, como activistas en campuses y en comunidades de todo el país también han aceptado.

La "cultura de la violación" que los activistas de hoy en día hablan no es universal ni omnipresente, ni es innato a todos los hombres violar o ser sexistas. De hecho, los estudios muestran que un porcentaje relativamente pequeño de hombres comete una violación.

Uno de los puntos más críticos que el nuevo movimiento señala es cómo las instituciones sociales y políticas contribuyen de manera significativa a las altas tasas de asalto sexual, al sistemáticamente minimizar el problema y proteger a quienes los violadores.

Esto es obvio en el caso de Steubenville, donde los futbolistas estrella que violaron a la joven fueron protegidos por adultos como su entrenador, Reno Saccoccia.

En las universidades, administradores están siendo expuestos por su escandaloso historial de silenciar a las víctimas y sofocar el escrutinio de la verdadera magnitud de la violencia sexual. Ha tomado individuos valientes como Angie Epifano en Amherst College y Landen Gambill en la Universidad de Carolina del Norte para denunciar cómo fueron disuadidas de presentar cargos y cuestionadas de manera que las hizo sentirse victimas una vez más.

En el ejército, los rutinarios asaltos sexuales quedan completamente impunes. Por ejemplo, el teniente coronel James Wilkerson fue unánimamente condenado por una corte marcial por agredir a una contratista femenina, pero aún está en servicio activo después de que el Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea, teniente general Craig Franklin, revocó el fallo.

Con un comportamiento como éste tan frecuente en respetadas instituciones sociales, ¿es extraño que las mujeres no se atrevan a reportar una violación?

Si queremos detener la violencia sexual, tomará una lucha contra el sexismo arraigado y las culpabilización las víctimas por dichas instituciones. Y más aún, será necesario una lucha contra una sociedad que inculca en las mentes de los hombres jóvenes que tienen derecho a acceder al cuerpo de una mujer; una sociedad basada en la explotación y la opresión, en la que la desigualdad de la mujer es una característica de la vida diaria.

La deshumanización de la víctima en Steubenville por sus violadores no fue el resultado de una mala educación o la falta de moral, como han afirmado algunos. Es el resultado de una sociedad en la que la opresión de la mujer es un pilar fundamental, y la mujer y su sexualidad son mercantilizadas en una miríada de formas.

Como Zerlina Maxwell escribió en su artículo en Ebony, "Los hombres jóvenes en Steubenville no son monstruos. Hicieron algo monstruoso y criminal, pero tal vez deberíamos empezar a dejar de repetir la idea de que "criminales" son los que violan a una de cada cinco mujeres. No, son nuestros maridos, novios, conocidos, parientes y amigos, y ellos violan porque no se les enseña a ver a la mujer como un ser humano completo y autónomo".


MIENTRAS EL veredicto de culpabilidad en Steubenville es un resultado importante, dado el vicioso ambiente de culpabilización de la víctima, la condena de dos jóvenes no acabará con la violencia sexual, en Steubenville o en cualquier otro lugar.

Los dos jóvenes serán encarcelados por una "justicia" que ofrece poco en el camino de una real rehabilitación, y mucho en el camino de una mayor deshumanización.

Por otra parte, la sentencia condenatoria no es aplicada a aquellos que permitieron e incluso alentaron el crimen: los adultos que trataron a ambos adolescentes como héroes con un pase libre porque eran estrellas de fútbol, __y que culparon e incluso amenazaron a la víctima por atreverse a hacer la denuncia.

Hoy en día, millones de personas, hombres y mujeres, están furiosos y quieren luchar contra una sociedad que produce el asalto sexual y culpa a la víctima.

Lo vimos en las protestas SlutWalk, desatadas cuando un oficial de la policía de Toronto dijo a las mujeres que a fin de evitar una violación no deberían "vestirse como putas". Lo estamos viendo en Steubenville, con protestas en solidaridad con la víctima. Y en los campuses en Carolina del Norte, Amherst y Yale, donde los estudiantes están desafiando a los administraciones que no han tomado en serio la violencia sexual.

Como el New York Times reportó:

En el último año, las campañas contra el asalto sexual en los campus universitarios han producido una red nacional informal de activistas que, si bien a veces ha buscado el asesoramiento de establecidos grupos de defensa, han aprendido mucho los unos de los otros. Ellos ven el comienzo de lo que esperamos sea un efecto de bola de nieve, con cada caso de alto perfil, cada sobreviviente saliendo a la luz, forzando más gente en más escuelas a hacer lo mismo...

Algunos activistas conscientemente tratan de hablar una gran audiencia, pero más a menudo se dirigen sólo a sus escuelas, y se sorprenden de encontrar que gente muy lejos también está escuchando.

La gente no está sólo mirando. Quieren ser parte de este creciente movimiento para terminar la violencia sexual. Tenemos que hacer todo lo que esté a nuestro alcance para construirlo.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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