Despojando Roe ley por ley
Cuarenta y un años después de la decisión de la Corte Suprema que legalizó el aborto, los ataques a los derechos reproductivos de la mujer se asoman cada vez con más frecuencia.
DE ESTADO a estado y procedimiento por procedimiento, el derecho de la mujer al aborto está desapareciendo, así como la derecha religiosa convierte su fanatismo anti-mujer en ley.
Cuarenta y un años después de Roe vs. Wade, la decisión de la Corte Suprema de EE.UU. que legalizó el aborto, los ataques a los derechos reproductivos de la mujer van en aumento; más restricciones al aborto han sido legisladas en los últimos de tres años que en toda la década anterior.
De acuerdo con un estudio realizado por el Instituto Guttmacher, en el transcurso de 2013, 39 estados promulgaron 141 disposiciones relativas a la salud y derechos reproductivos; la mitad de estas disposiciones --70 en 22 estados--restringen el acceso a servicios abortivos. Además, 205 restricciones al aborto entraron en vigor entre 2011 y 2013, en comparación con 189 entre 2001 y 2010.
En uno de los casos más discutido el año pasado, una serie de restricciones fueron aprobadas en Texas, obligando a muchas clínicas a cerrar, al no poder cumplir con las nuevas regulaciones. Ahora, en algunas partes del estado, una mujer debe conducir más de 100 millas para obtener un aborto. En el Valle del Río Grande, donde viven 275.000 mujeres en edad reproductiva, no hay ningún proveedor de aborto.
"Las mujeres con medios podrán viajar, o salir de Texas para ir a otro lugar", dijo Amy Hagstrom Miller, CEO Whole Woman's Health, al Atlantic. "Pero para un gran porcentaje de la población, veremos un montón de gente teniendo hijos que no querían y que no intentaban tener".
Este ataque contra el derecho de la mujer a optar viene al mismo tiempo que al asalto a los niveles de vida de la clase trabajadora; más obviamente, con el gobierno en todos los niveles destruyendo lo que queda de la red de protección social para las familias obreras.
Dicho de otra manera: Al mismo tiempo que el costo de tener una familia crece debido a los recortes a los programas de gobierno que ayudan a los trabajadores y a los pobres, la familia obrera enfrenta cada vez menos opciones reproductivas.
A pesar de la retórica "pro-familia, pro-vida" utilizada por la derecha religiosa y política para continuar sus ataques legislativos contra la mujer, este asalto sólo hace los problemas de las familias obreras peores, dejando a la mujer en particular a su propia suerte.
Y aunque el ataque a los derechos reproductivos sea claramente un ataque a la mujer obrera y su familia, los políticos demócratas se han negado poner frente al ataque.
La única excepción ocurrió en Texas, donde la senadora estatal Wendy Davis trató de obstruir una ley anti-aborto impulsada por el gobernador Rick Perry y la mayoría republicana en la legislatura. Al final, Perry pudo firmar su ley, pero no antes de encender una lucha que movilizó a miles de tejanas y tejanos a protestar, fuera y dentro del Capitolio.
Fue esta movilización --de gente común, cuyas vidas se verían directamente afectadas por la ley--que forzó a los políticos demócratas y sus partidarios a tomar de hecho una posición en este caso.
DESDE EL mismo día que Roe vs. Wade legalizó el aborto en EE.UU., la derecha religiosa ha querido dar marcha atrás el reloj. Ellos entendieron que no podían prohibir de plano el derecho al aborto; al menos no en el contexto del vibrante movimiento por la liberación de la mujer que generó el apoyo público detrás del derecho de la mujer a tomar sus propias decisiones sobre su cuerpo.
Por eso llevaron a cabo una estrategia de desarticular, poco a poco, al derecho al aborto. La primera restricción fue la prohibición de usar fondos de Medicaid para el aborto, patrocinada por el representante republicano Henry Hyde, que hizo casi imposible para una mujer pobre obtener un aborto legal.
Las restricciones siguieron, una tras otra: períodos de espera obligatorios, prohibición de ciertos tipos de abortos, requisitos de ultrasonido, consentimiento paternal, etc. En conjunto, eliminaron el acceso al aborto para muchas mujeres.
Así lo reconoció por Rick Perry cuando dijo a sus partidarios el año pasado: "Mi meta, y la meta de todos los que estamos reunidos aquí hoy, es hacer del aborto, en cualquier fase, una cosa del pasado. El mundo ideal es aquel sin aborto. Hasta entonces, vamos a seguir aprobando leyes que aseguren que sean tan raros como sea posible".
El informe del Instituto Guttmacher confirma el éxito de la campaña de la derecha.
La proporción de mujeres en edad reproductiva que viven en estados hostiles al aborto creció del 31 por ciento en 2000 a 56 por ciento en 2013, según el informe. Cuatro tipos de restricciones legislativas dominaron en 2013, constituyendo más de la mitad de los límites promulgados durante el año: prohibición de ciertos abortos, restricciones a los proveedores de aborto, limitaciones en abortos con medicamentos, y restricciones a la cobertura del aborto en los planes privados de seguros de salud.
Los Reglamentos de Proveedores de Aborto, (TRAP, por sus siglas en ingles) pueden efectivamente cerrar clínicas que no cumplan con onerosas normas, supuestamente necesarias para la seguridad de las mujeres, de acuerdo con sus defensores. En última instancia, sin embargo, son las mujeres las que pagan el precio.
"Empaquetar estas leyes como simplemente hacer el aborto más 'seguro' es una estrategia brillante, [y] en muchos estados, ellos han podido venderlas de esa manera", dijo Eric Ferrero, el vicepresidente de comunicaciones de la Federación de Planificación de la Familia de América, a Janet Reitman de la revista Rolling Stone. Pero como Reitman reportó:
[E]l aborto ya es seguro. La tasa de mortalidad por abortos es menor de 0,67 por cada 100.000 procedimientos. En comparación, la tasa de mortalidad en colonoscopias, también comúnmente realizadas en consulta externa, pero no está sujeta a restricciones similares, es de casi 20 por cada 100.000.
Uno de los más cínicos y más destructivos blancos de los fanáticos anti-aborto son los abortos tardíos, o como ellos los llaman, "abortos de nacimiento parcial". Durante las últimas décadas, el movimiento por el "derecho a la vida" ha demonizado este procedimiento rara vez utilizado, pero absolutamente necesario, alegando que "mata bebés".
Los abortos tardíos se realizan normalmente en casos desgarradores cuando la vida de una mujer está en peligro o el feto es incapaz de vivir fuera del vientre de la madre. Pero después de la campaña de la derecha religiosa, en la actualidad hay sólo cuatro proveedores de abortos tardíos en todo el país: uno menos que en 2009, cuando un sicario anti-aborto asesinó al Dr. George Tiller.
La reforma de salud de Barack Obama, la Ley de Asistencia Asequible (ACA), pudo haber mejorado la atención de la salud reproductiva para garantizar el acceso de las mujeres a la anticoncepción y el aborto. Pero la administración Obama cedió a la presión de la Conferencia de Obispos Católicos regateó los derechos reproductivos de la mujer con el fin de salvar ACA.
Debido a que las fuerzas anti-aborto han estado dispuestas a luchar, en lugar de comprometer, han tenido éxito en difundir un mensaje que sataniza el aborto. Ellas han ganado mucho terreno ideológico, a pesar de sus muchas mentiras y distorsiones, porque las fuerzas a favor del derecho a optar por un aborto no ha estado dispuestas a ponerse de pie y luchar, sin pedir disculpas por el derecho al aborto.
Hubo destellos de lo que podría cambiar este curso en las protestas en el Capitolio de Texas el año pasado, cuando las mujeres hablaron acerca de lo que las restricciones significarían para sus vidas. Si bien, en última instancia, la lucha en Texas se perdió, fue un ejemplo de cómo un movimiento desafiante por la justicia reproductiva puede lucir.
AL MISMO tiempo que el acceso de las mujeres al aborto se encuentra bajo ataque, las mujeres de la clase trabajadora y sus familias se enfrentan a la continua baja de sus condiciones de vida.
El último Informe Shriver encontró que las mujeres representan cerca de dos tercios de los trabajadores de salario mínimo en el país, y el 70 por ciento de este tipo de trabajadores que no tiene días de enfermedad pagados.
Agravando esta situación están los recortes a los programas gubernamentales destinados a ayudar a los trabajadores más vulnerables, como las recientes reducciones que el Congreso hizo a los cupones de alimentos, un programa al que las mujeres son dos veces más propensas a depender que los hombres.
Si añadimos a esto el asalto a los derechos reproductivos, la trampa queda completa: las mujeres son despojadas de los recursos que necesitan para cuidar a más niños, al mismo tiempo les es negado el acceso al aborto y la anticoncepción.
Las torcidas prioridades del gobierno, cuando se trata de las necesidades reproductivas de la mujer pobre y obrera, no pueden ser más claras. Por un lado, la Enmienda Hyde, negando a la mujer pobre de fondos federales para el aborto, es re-aprobada por el Congreso una y otra vez. Al mismo tiempo, las esterilizaciones, un procedimiento históricamente utilizado contra la mujer pobre, especialmente negras, latinas y nativo-americanas, es un proyecto financiado por el gobierno federal. El gasto público en servicios de esterilización totalizó $93 millones, el 95 por ciento de ellos a través de Medicaid, según el Instituto Guttmacher.
Para que las mujeres tengan opciones reproductivas reales, su costo no puede ser un obstáculo.
El acceso al aborto y la anticoncepción y la capacidad de tomar sus propias decisiones reproductivas es fundamental para la calidad de vida de la mujer. Por esa razón, estos no son simplemente "temas de mujeres", sino que debe ser parte de cualquier discusión sobre la justicia económica y una mejora en el nivel de vida de la clase obrera.
Traducido por Orlando Sepúlveda