¿Volver a la escena del crimen?
La intervención de Estados Unidos en Irak es la causa del problema, no la solución.
EL REPIQUE de los tambores de guerra se deja oír una vez en Washington.
En el lapso de una semana, las fuerzas militares insurgentes dirigidas por los fundamentalistas sunitas del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés) han pasado a la ofensiva en todo el norte de Irak, tomando el control de algunas de las ciudades más grandes y más ricas en petróleo del país.
El miércoles 18 de junio, Barack Obama se reunió con los líderes del Congreso para decirles que no necesitaba la autorización del Congreso para cualquier acción militar que él decidiera implementar, en virtud de la resolución para utilizar fuerza militar contra Irak ya aprobada por el Congreso en 2002, la que Obama recientemente había pedido al Congreso revocar.
Obama dijo que la única opción que descartaba era la de enviar tropas estadounidenses a Irak. Sin embargo, luego anunció que había enviado unos cuántos cientos de militares. Obama también convocó un portaaviones y dos buques misileros al Golfo Pérsico, y dijo que estaba sopesando si usar ataques aéreos para defender el gobierno del primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki contra la insurgencia sunita.
Mientras tanto, una extraña triple alianza --entre la senadora demócrata Dianne Feinstein, el senador republicano John McCain, y el Secretario de Defensa de Obama, el republicano Chuck Hagel--está pidiendo la dimisión de Maliki por su incapacidad de controlar la crisis. "El gobierno de Maliki, francamente, debe irse si queremos ver alguna reconciliación", dijo Feinstein, quien preside el Comité de Inteligencia del Senado.
Es típico que los debates sobre la política exterior en EE.UU. produzcan este tipo de alianzas. Aunque los ideólogos partidistas estén buscando ganar puntos, los realistas de la política exterior y los políticos del consenso washingtoniano, no dudan en unir sus manos cuando se trata de defender sus guerras.
Para los estrategas del imperialismo yanqui, una crisis militar en el país que invadió y ocupó durante casi una década, sin duda, exige una respuesta clara y urgente. Sólo que EE.UU. no tiene respuestas que puedan reparar el daño causado por años de intervención.
La cepa del fundamentalismo sunita que corre por ISIS es reaccionario y repulsivo. Pero este es el resultado previsible de las divisiones sectarias que EE.UU., de hecho, cultivó durante sus años como jefe supremo colonial de Irak.
Mientras tanto, el régimen de Maliki --instalado y bendecido por EE.UU. en los años previos al retiro de las tropas estadounidenses en 2011-- casi no tiene apoyo fuera de las áreas dominadas por los chiíes iraquíes. Estados Unidos se vio obligado a retirar sus tropas de combate, pero todavía opera la mayor embajada del mundo en Bagdad, que emplea a 15.000 personas.
Esta nueva etapa de la guerra civil en Irak es el fruto amargo del "caos constructivo" --la doctrina acuñada por la Secretaria de Estado de George W. Bush, Condoleezza Rice, que resumió la fantasía neoconservadora de redibujar el mapa del Medio Oriente después de los ataques de septiembre 11, 2001, intentando así asegurar un nuevo siglo de dominio estadounidense.
Pero al final, Estados Unidos sólo causó enormes pérdidas en vidas y sufrimiento --cientos de miles iraquíes muertos y millones desplazados--a un asombroso costo de $3 billones, inadvertidamente fortaleciendo la influencia regional de su rival Irán, y ahora amenazando con desmembrar Irak y la red de alianzas regionales de las que se ha beneficiado por décadas.
Para el pueblo de Irak y del resto de la región, que viven a diario las consecuencias del "caos constructivo", el regreso de los Estados Unidos, ya sea en forma de tropas, ataques aéreos, sanciones económicas o de cualquier otra manera, sólo puede significar más sufrimiento.
EL DEBATE en Washington sobre "qué salió mal en Irak" culpa diversamente la supuesta "retirada precipitada" de tropas de la administración Obama, el gobierno de Maliki, o ambos. Pero hay un hilo común a estos y otros argumentos: Ese odio sectario entre chiíes y sunitas musulmanes, que data de siglos atrás, explotó repentinamente.
"Las banderas izadas sobre las atormentadas ciudades de Irak, por extremistas inspirados por Al Qaeda, desencadenan en mí lo mismo que pasa por la mente de cualquier veterano que haya estado allí: una amarga decepción por el fracaso de los líderes iraquíes a unirse por el bien de su pueblo", dijo el general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto, a un subcomité del Senado.
Esta es una grotesca hipocresía. No sólo las torcidas palabras de Dempsey envuelven la memoria de los soldados estadounidenses muertos en Irak, luego de que los soldados que sobrevivieron han sido negados atención médica y de salud mental por el Departamento de Asuntos de Veteranos, sino además ignoran que Estados Unidos es el principal responsable de la violencia sectaria en Irak.
Por cualquier estándar económico, social o cultural, Irak fue una vez uno de los países más avanzados de la región. Las diferentes comunidades religiosas y étnicas se identificaban con Irak como nación, primero, y luego con sus otras propias identidades. En las palabras del sociólogo iraquí Sami Ramadani, escribiendo para The Guardian:
Hasta la década de 1970, casi todas las organizaciones políticas de Irak eran seculares, atrayendo a personas de todas las religiones o ninguna. Las líneas divisorias eran marcadamente políticas, en su mayoría sobre la base de clases sociales y orientación política. El crecimiento de los partidos religiosos siguió a la despiadada eliminación [que Saddam Hussein realizó] de toda entidad política distinta del Partido Baath. Los lugares de culto se convirtieron en centros de agitación política y de organización...
Quienes comentan sobre Irak a menudo se refieren a las guerras étnicas libradas contra el pueblo kurdo. Ellos se olvidan de mencionar que ninguna de estas guerras fue popular, sino esgrimidas sin piedad por regímenes represivos, en particular, el de Saddam.
Empero, ningún crimen cometido por Hussein fue demasiado atroz para durante la época en que EE.UU. lo consideraba un aliado. En 1988, él infamemente utilizó armas químicas, suministradas por cortesía de la administración Reagan, en contra de la ciudad kurda de Halabja, matando a miles de civiles.
PERO EL cáncer del sectarismo realmente tomó raíz después de la caída de Hussein, tras la invasión de EE.UU. en 2003. Según Ramadani:
Cada tribu en Irak tiene sunitas y chiíes en sus filas. Cada pueblo y ciudad tiene una mezcla de comunidades. Mi experiencia en Irak, y la de todos mis amigos y familiares, es la de una increíble mezcla de comunidades que coexisten, a pesar de los sucesivos regímenes divide-para-vencer.
Las más graves tensiones sectarias y étnicas en la historia moderna de Irak siguieron a la ocupación encabezada por Estados Unidos en 2003, que enfrentó una masiva oposición y resistencia populares. EE.UU. tiene su propia política divide-para-vencer, promoviendo organizaciones iraquíes en base a religión, etnia, nacionalidad o secta, en lugar de política. Muchos de los oficiales de alto rango en el ejército iraquí recién formado vinieron de estas organizaciones y del ejército de Saddam. Esto se agravó hace tres años, cuando grupos sectarios en Siria fueron apoyados por EE.UU., Turquía, Arabia Saudita y Qatar.
Durante su ocupación, Estados Unidos conscientemente apeló al resentimiento de las comunidades chiíes olvidadas por el Partido Baath de Hussein, principalmente sunita. Según el experto en el Medio Oriente Juan Cole:
Estados Unidos derrocó a Saddam Hussein, del Partido Baath, en 2003 en alianza con grupos chiíes principalmente. Esos grupos chiíes querían vengarse del desproporcionadamente suní Partido Baath. Llevaron a cabo un programa de "des-baathificación", en el que se despidió a decenas de miles de árabes sunitas de sus puestos en el gobierno, e incluso maestros. En su lugar, contrataron a clientes chiíes...
En el nuevo Irak, el estatus privilegiado sunita fue revertido. Los sunitas habían sido los mejores graduados de las academias de formación de oficiales, el equivalente a West Point. Ellos desproporcionadamente dominaron el cuerpo de oficiales. Ocupaban la elite política del Partido Baath. Eran los ricos empresarios con lucrativos contratos gubernamentales. Ahora, se les convirtió en desempleados, o dados trabajos de baja categoría, mientras que las regalías fueron a los miembros de los partidos religiosos chiíes. El desempleo masivo barrió las ciudades sunitas en 2003-2004...
Los iraquíes sunitas habían sido, en el siglo 20, cosmopolitas y, con frecuencia, modernistas. Muchos eran liberales anhelando la democracia... [Hoy] corren desesperados hacia los fundamentalistas rurales que quieren un califato medieval, sólo a causa de que su fortuna fue revertida como resultado de la invasión y ocupación de Bush y de las políticas injustas de los chiíes en el gobierno, llevándolos de la elite a una clase inferior. Son capaces, bien formados, gente educada. Ellos no van a tolerar eso, y si recurrir a al-Qaeda es la única manera de evitar ese destino, con frecuencia estarán dispuesto a hacerlo.
EN 1945, un documento del Departamento de Estado describió las vastas reservas de petróleo del Medio Oriente como "uno de los mayores premios materiales de la historia del mundo". Comenzando la primera Guerra del Golfo contra Irak, en 1991, Lawrence Korb, asistente de secretario de defensa bajo el gobierno de Reagan, reforzó el punto tras la invasión de Kuwait por Saddam Hussein: "Si Kuwait cosechara zanahorias, nos importaría un comino".
Desde el término de la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. ha invertido literalmente millones de millones de dólares y dilapidado incontables vidas --en su mayoría de habitantes de la región, pero también de soldados estadounidenses--para garantizar el control del imperialismo estadounidense sobre los recursos petroleros de los países de Medio Oriente.
Desde 1991, Irak pagó un precio terrible: millones de muertos, mutilados o arruinados por la guerra militar, y millones más por la guerra económica. Y todo sólo como una advertencia para cualquier régimen, en la región o el mundo entero, que se atreviera a desafiar los intereses estadounidenses.
Washington cumplió con la promesa del Secretario de Estado, James Baker, en 1991, al Ministro de Relaciones Exteriores de Irak, Tariq Aziz, de que Estados Unidos bombardearía a Irak de vuelta a la Edad de Piedra. Luego vino una década de sanciones --sobre las cuales la Secretaria de Estado de Bill Clinton, Madeleine Albright, obscenamente declaró que la muerte de 500.000 niños iraquíes "valía la pena"--, luego otra guerra devastadora, y ahora la pesadilla de la violencia sectaria.
Para los líderes del imperialismo yanqui, todo "daño colateral" es un mero accidente en su búsqueda del mayor premio material del mundo: el petróleo.
Pero lo que se está desarrollando ahora en Irak representa una amenaza para la cuidadosamente construida, delicadamente equilibrada, e intrincada red de alianzas que cruzan el Medio Oriente que permite a los EE.UU. mantener su dominio estratégico en la región y garantizar el flujo de enormes ganancias hacia las empresas petroleras multinacionales.
Esto es lo que realmente yace detrás de la cantinela de Barack Obama de intentar asegurar la "estabilidad" en Irak.
Pero la "estabilidad" para los líderes políticos de Estados Unidos significa "inestabilidad" para millones de iraquíes desplazados de sus hogares por temor a nuevos brotes de violencia, por el sufrimiento de la pobreza y el desempleo, y tras lidiar con una infraestructura civil devastada por décadas de guerra estadounidense.
Cuando la justicia finalmente llegue, EE.UU. se verá obligado a pagar muchos, muchos miles de millones de dólares en reparaciones al pueblo iraquí. Hasta entonces, nuestros esfuerzos deben orientarse a obstaculizar la continua amenaza sobre Irak y el resto del Medio Oriente por parte de los Estados Unidos.
No importa si esta amenaza toma la forma de ataques aéreos --por aviones de guerra o aviones no tripulados--, tropas sobre el terreno, o "negociaciones" a punta de cañón, nosotros debemos demandar que el gobierno de EE.UU. mantenga sus manos fuera de Irak.
Traducido por Orlando Sepúlveda