Terror, racismo y guerra
Una declaración de la Organización Socialista Internacional sobre el ataque en París
LA CRIMINAL masacre de gente inocente en París por hombres armados y atacantes suicidas actuando en nombre del Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés) está siendo aprovechada por las fuerzas del militarismo, el imperio y la derecha anti-inmigrante. Ellos quieren explotar el sentimiento de horror y conmoción por los atentados de ISIS para ampliar la guerra en el Medio Oriente, bloquear la marea de desesperados refugiados queriendo llegar a Europa y otros lugares, y fortalecer el estado de seguridad nacional a expensas de las libertades civiles y los derechos democráticos.
La Organización Socialista Internacional expresa su extrema oposición a la cruel violencia y la política reaccionaria de ISIS, y al esfuerzo del gobierno de Estados Unidos y sus aliados europeos para infligir más sufrimiento por medio de la guerra e intensificada represión; las políticas que crearon las condiciones para el ascenso de ISIS, en primer lugar.
LOS ATAQUES en París fueron obra de ultra-reaccionarios. ISIS no tiene nada que ver con los movimientos anti-colonialista y de liberación nacional que históricamente desafiaron las potencias mundiales que han dominado el Medio Oriente desde el siglo pasado. Por el contrario, ISIS aspira a ser una versión, más cruda y más violenta aún, del Reino Saudí, donde una dinastía apoyada por Estados Unidos utiliza el Islam para justificar una violenta represión, incluyendo las decapitaciones públicas que ISIS emula.
Al matar indiscriminadamente gente común en París, en particular jóvenes, ISIS dio a las potencias europeas y EE.UU. una tremenda oportunidad para intensificar sus guerras, en casa y en el extranjero.
Es un patrón familiar. El gobierno de Estados Unidos volvió los ataques del 11 de septiembre de 2001 en un pretexto para guerras y ocupaciones, comenzando con la invasión de Afganistán. El objetivo de esta guerra no fue capturar a Osama bin Laden, sino crear una presencia militar estadounidense masiva en el corazón de Asia. Unos 14 años más tarde, esa guerra aún se arrastra. Ahora, el presidente François Hollande está llamando a la unidad nacional detrás de su propia "guerra sin cuartel"; en parte para flanquear a sus críticos derechistas, en parte para reforzar el menguante imperialismo francés, y en parte para contender por el liderazgo en la Unión Europea.
También al igual que el ataque del 9/11 por al-Qaeda, los atentados de París serán utilizados para justificar una ola de represión y restricciones a las libertades civiles; como enérgicas medidas dirigidas específicamente contra los árabes y musulmanes, restricción de la libertad de expresión y un aumento de la sobrevigilancia, en general. Una ley al estilo del Acta Patriota se abre paso en Francia de hoy, y será utilizada en contra del derecho a la protesta. Ya, los funcionarios del gobierno francés han declarado que las masivas manifestaciones previstas para la próxima cumbre de la ONU en París sobre el cambio climático serán vedadas.
Los ataques de ISIS juegan directamente en las manos de la clase dominante para reprimir las fuerzas genuinamente progresistas y democráticas que han surgido en el Medio Oriente, como el movimiento pro-democracia en Irán en 2009, los levantamientos revolucionarios de la Primavera Árabe de 2011, y el masivo movimiento de protesta en Turquía en 2014. Es importante señalar lo que ISIS, al-Qaeda y su calaña comparten con los regímenes y Estados que ellos retan: un odio común a los movimientos populares, revolucionarios y democráticos.
ISIS ha a veces posado como un defensor del Islam en Europa, como cuando atacó Charlie Hebdo en enero, supuestamente a causa de los dibujos y escritos anti-musulmanes de la revista satírica. Pero la agenda de ISIS no es proteger a los musulmanes en Europa. La selección de ISIS de sus objetivos en París dice mucho. Por ejemplo, sus terroristas suicidas atacaron un partido de fútbol entre Alemania y Francia, a pesar de que por seguro atraería a muchos jóvenes norafricanos y del Medio Oriente.
Al perpetrar sus horrendos ataques en París, ISIS está tratando de polarizar a la sociedad europea, haciendo imposible construir solidaridad entre los trabajadores musulmanes y no musulmanes en Francia y Europa, y entre ellos y los refugiados procedentes del Medio Oriente, principalmente huyendo la guerra en Siria. Esto se acomoda a la derecha anti-inmigrante europea, que ha estado creciendo usando a los inmigrantes como chivos expiatorios en los difíciles tiempos económicos que han persistido desde la Gran Recesión. Y para sorpresa de nadie, casi dos docenas de gobernadores estadounidenses derechistas se han subido al vagón racista e islamófobico con la propuesta de prohibir refugiados sirios de entrar a sus estados.
El líder de ISIS, Abu Bakr al-Baghdadi, y la líder del Frente Nacional, Marine Le Pen, tienen un interés común en la creación de una Europa donde los musulmanes son una minoría cada vez más aislada y oprimida. Las acciones del presidente Hollande sólo han añadido a esta dinámica, legitimando el racismo de Le Pen y de otros partidos de extrema derecha.
La afirmación de ISIS de ser antiimperialista también es falsa. ISIS desafía a los regímenes militares represivas y monarcas en el Medio Oriente, apoyados por Occidente, no para liberar a la mayoría oprimida, sino para establecer su propio régimen brutal, anti-mujer y sectario, donde los chiitas y las minorías no musulmanas enfrentarán represión, esclavitud y muerte.
AL DENUNCIAR los atentados de París, nosotros al mismo tiempo rechazamos y denunciamos el llamado de Hollande por una "guerra sin cuartel". Nos oponemos a los ataques aéreos franceses en Siria, así como las bombas lanzadas por aviones estadounidenses y rusos. Rechazamos las restricciones a las libertades civiles.
Al hacer esto, insistimos en que esa llamada "guerra contra el terror", que comenzó después del 9/11, ha hecho del mundo un lugar mucho más peligroso y violento, especialmente en el Medio Oriente. Unos 14 años después de que EEUU invadió y ocupó Afganistán, ese país está enfrascado en una guerra civil, y miles de soldados estadounidenses permanecerán allí indefinidamente, a pesar de que el líder de Al, Qaeda Osama bin Laden, yace en el fondo del mar después de haber sido asesinado.
Si ISIS ha ganado cierto apoyo en Irak, es un resultado directo de la muerte de millones causada por la guerra y la ocupación. Al respaldar el surgimiento de una elite chiita sectaria para gobernar Irak ocupado, EEUU empleó la bien conocida táctica de dividir-y-vencer, pero terminó alimentando una guerra civil entre chiitas y sunitas. Áreas sunitas de Irak fueron excluidas del poder político y el desarrollo económico, y las fuerzas de seguridad iraquíes chiitas llegaron a ser vistas como un ejército de ocupación. ISIS se convirtió en la mayor oposición a la violencia y la represión del gobierno iraquí en muchas partes del oeste y del norte de Irak.
Las políticas occidentales también crearon las condiciones para el surgimiento de ISIS en Siria. Los Secretarios de Estado, Hillary Clinton y John Kerry, ambos trataron de hacer tratos con el dictador sirio Bashar al-Assad, mientras su régimen aplastaba la Primavera Árabe en Siria en 2011. Estados Unidos rompió con Assad, pero no apoyó el movimiento de masas en su contra, por temor a que la ola revolucionaria se extendiera. La voluntad de Assad de usar la violencia más extrema en contra de su propia población, con ataques aéreos y con gas venenoso, abrió el camino para ISIS establecerse en Siria. Ahora, la intervención de Rusia en apoyo de Assad, y la aceptación de la misma por EEUU, ha dejado el movimiento democrático revolucionario enfrentado a dos enemigos salvajes, mientras que millones de refugiados huyen de sus hogares.
Las raíces de los ataques terroristas de París se encuentran no sólo en el Medio Oriente, sino además en el corazón de la propia Europa. Los reclutas a la política reaccionaria de ISIS son jóvenes musulmanes descontentos que enfrentan un futuro sombrío, la falta de trabajo y el racismo, incluso si previamente no hubieran demostrado ningún alguno en la religión. El racismo institucional contra los árabes y musulmanes, así como el constante acoso policial, la intolerancia y la violencia, es utilizado por ISIS como evidencia para afirmar que Occidente nunca podrá ser el hogar de los musulmanes, y que no hay opción para los sunitas más que aceptar ISIS .
LOS PRINCIPALES políticos de todo el espectro están exigiendo dramática acción en respuesta a los ataques terroristas de París. Afirman que no de escalar los ataques aéreos o comprometerse a una prolongada guerra más amplia contra ISIS significaría rendirse a aún más terrorismo.
Pero más bombas y misiles, o incluso el despliegue de tropas que hasta ahora las potencias occidentales se han mostrado reacias a ordenar, sólo harán la miseria y el derramamiento de sangre peor.
Las guerras de Estados Unidos en Irak y Afganistán han sido fracasos abismales para sus objetivos imperialistas. EEUU se vio obligado a retirar sus tropas de combate de Irak aun cuando su gobierno quedó aún más bajo la esfera de influencia de Irán. Y el régimen corrupto en Afganistán, que todavía depende de los militares de EEUU, es totalmente incapaz de derrotar al Talibán. Mientras tanto, la guerra de drones de la administración Obama sólo ha extendido el derramamiento de sangre a muchos más países de la región, costando cientos de vidas inocentes.
Sin embargo, Francia y Estados Unidos planean responder al ataque en París con una lluvia de más y mayores bombas en Siria e Irak. También tratarán de maniobrar por medio de las fuerzas políticas locales, incluyendo a los kurdos sirios y los restos de los militares iraquíes, entre otros, todos con sus propios intereses enredados en el conflicto.
La intensificación de la intervención militar de Francia, EEUU, Rusia y otros países sólo se traducirá en más horrores. Los ataques aéreos y unos cuantos miles de Fuerzas Especiales en el suelo podrán causar daños a ISIS, pero no van a cambiar las condiciones que dan lugar a tales fuerzas. La escalada de la guerra hará de Siria aún más inhabitable, lo que llevará a muchas más gentes a huir. Y habrá más ataques terroristas de ISIS, en diversas formas, como la bomba que aparentemente estalló en un avión ruso, el atentado suicida de un barrio chiita en Beirut, o los sangrientos ataques en las calles de París.
Pero incluso si los gobiernos occidentales no logran derrotar decisivamente ISIS, la "guerra sin cuartel" prometida por Hollande será una gran oportunidad para las fuerzas del imperio, el militarismo y la represión estatal. Los halcones neoconservadores de la invasión de Irak, otrora desacreditados, están de nuevo en circulación. Los precios de las acciones de los contratistas militares están aumentando. La policía y las agencias de espionaje están exigiendo nuevos poderes de vigilancia, alegando vindicación tras la exposición de su espionaje indiscriminado por Edward Snowden. Para estas personas, la renovada "guerra contra el |terror" significa un mayor tiempo en los medios, cheques de pago más gordos y un camino al poder político.
ACCIÓN DRAMÁTICA sí es necesaria en respuesta a las atrocidades en París, pero sus políticas deben estar orientada a poner fin a las dinámicas que producen el terrorismo.
Lo primero es poner fin a la intervención militar de Estados Unidos y Occidente en el Medio Oriente, que ha causado una carnicería indescriptible. Fue el presidente George W. Bush, con el respaldo de demócratas de línea dura, como Hillary Clinton, él que lanzó la guerra que asoló la sociedad iraquí y trajo la violencia sectaria adelante. No es casual el líder de ISIS Al-Baghdadi haya sido encarcelado en una prisión de Estados Unidos en Irak ocupado, un sistema penitenciario donde personal estadounidense torturó rutinariamente.
El segundo paso es dar la bienvenida a los refugiados que huyen de las guerras puestas en marcha por EEUU y sus aliados. Esto proporcionaría un ejemplo positivo de solidaridad a través de las fronteras nacionales, culturales y religiosas, y proporcionaría un contrapeso a la derecha europea. El potencial de este enfoque para ganar apoyo de las masas puede verse en Francia entre al menos algunas vigilias conmemorativas después de los ataques de ISIS, donde los miembros del Frente Nacional que se presentaron a esparcir su odio fueron correteados por jóvenes gritando consignas anti racistas.
El tercer paso es cortar el apoyo a los regímenes reaccionarios del Medio Oriente, empezando por Israel, donde un gobierno rabiosamente derechista está librando una guerra continua contra los palestinos en Gaza, mientras consolida un régimen apartheid. EEUU también apuntala al ejército egipcio, que gobierna tras una delgada fachada civil; a la elite reaccionaria de los Estados del Golfo Pérsico; y, por supuesto, a la monarquía saudí que niega los derechos democráticos mínimos.
Una cuarta muy urgente necesidad es terminar con el uso de los árabes y musulmanes como chivos expiatorios en Europa y EEUU. Eso significa no sólo acabar con la policía haciendo perfiles raciales, sino además mejorar las oportunidades de educación y empleo para las comunidades que son desproporcionadamente pobres. Estas medidas privarían ISIS de su argumento de que los países occidentales siempre considerar a los árabes y musulmanes como fuerzas hostiles y foráneas.
Por supuesto, en lugar de emprender tales medidas, los políticos europeos y sus aliados en EEUU están ampliando la guerra en Siria e Irak, mientras que intensifican la represión en casa. Si se permite que continúe, esto sólo contribuirá a un círculo vicioso, donde ISIS afirma falsamente ser el protector de los musulmanes, mientras que Francia, EEUU, Rusia y las otras grandes potencias justifican la violencia y la draconiana represión como necesarias para destruir ISIS.
La tarea de la izquierda y de las fuerzas anti-bélicas es señalar el camino para salir de la trampa. Debemos rechazar y exponer las pretensiones de ISIS y de fuerzas similares de defender los intereses de los musulmanes, y oponernos a los esfuerzos de los líderes políticos para convertir el horror, la indignación y el dolor en nacionalismo y militarismo. Las protestas y otras formas de oposición, aunque sean pequeñas, serán los primeros importantes pasos. Debemos utilizar todas las oportunidades para construir una alternativa a la violencia, la tiranía y la injusticia.
Traducido por Orlando Sepúlveda