¿Cómo fortalecemos Ocupa?

February 17, 2012

La pregunta central acerca de qué táctica usar es qué hará avanzar al movimiento.

UN DEBATE, sobre estrategia y tácticas, y con consecuencias significativas para la siguiente fase de la lucha, se está desarrollando en el seno del movimiento Ocupa.

Su punto de partida son las tácticas empleadas por una corriente dentro de Ocupa Oakland durante el día de protestas del 28 de enero, pero el debate ha resonado ampliamente en el movimiento, debido a que los activistas en todo el país enfrentan cuestiones similares: ¿Cómo podemos ahora, durante un período más lento, construir el movimiento sobre los logros del otoño pasado? ¿Qué tipo de acciones tomará avanzar la lucha? ¿Cuál debe ser el objetivo de nuestras actividades?

Casi sin excepción, el surgimiento del movimiento estuvo ligado a campamentos, como el del Parque Zuccotti de Nueva York, donde la gran parte de sus actividades cotidianas, de las Asambleas Generales y reuniones de grupos de trabajo, a protestas y marchas, se desarrollaron orgánicamente.

Pero luego de que las autoridades erradicaron prácticamente todos los campamentos, el movimiento perdió los espacios públicos y visibles que atrajeron a sus aliados y partidarios, y de donde las acciones fueron puestas en marcha. Así que una cuestión práctica enfrenta al movimiento, cómo seguir adelante, y las diferentes corrientes en su seno responden de diferentes maneras.

Occupy Wall Street rallying in support of a home reclaimed from foreclosure

La última fase del debate se ha cristalizado en torno a un artículo escrito por el periodista de izquierda Chris Hedges, atacando a los anarquistas del Bloque Negro [Black Bloc] como el "cáncer" del movimiento.

La resultante oleada de reacciones sobre los méritos de los argumentos de Hedges ha ayudado a generalizar el debate sobre tácticas más allá de Oakland, y ha claramente asido a una amplia capa de activistas y partidarios de Ocupa. Pero también hubo un culatazo: Hedges arguyó que Ocupa debe adherir a la no-violencia en todo caso, y muchas de las respuestas, en favor y en contra, mantuvieron el mismo plano de principios abstractos.

Perdida quedó cualquier consideración de las condiciones específicas que a cada paso deben ser la base de cualquier discusión sobre táctica y estrategia--ya que la táctica que tiene sentido en un conjunto de circunstancias puede ser completamente errónea en otro.

Esta discusión es positiva y necesaria en toda lucha que crece y avanza. Lo importante ahora es aprender de las experiencias del movimiento y sacar las conclusiones lógicas.

Algunas de las tácticas usadas el 28 de enero alejarán a muchos partidarios e impedirá que capas más amplias de gente se involucren. Los activistas deben pensar qué construyó el movimiento en primer lugar--el modo en que éste apeló a la ira acumulada contra la desigualdad, y la forma en que abrazó la lucha en todos los rincones de la sociedad--y poner esto en el corazón de su construcción hoy.


EL OTOÑO pasado, el movimiento Ocupa de cada localidad, incluso en aquellas en dónde un campamento permanente no fue establecido, tuvo un centro organizador.

Éste fue el sitio de las Asambleas Generales, y conectó los grupos de trabajo organizando en torno a diferentes temas. Fue el punto de partida y llegada de manifestaciones y marchas, y fue un espacio físico donde activistas nuevos y veteranos podían involucrarse con Ocupa, y donde diferentes movimientos y luchas buscaron y encontraron aliados.

Los primeros intentos por parte de las autoridades municipales--casi todas demócratas--para desalojar los campamentos provocaron reacciones adversas en muchos lugares, porque fueron claramente un atentado contra el derecho del pueblo a la asamblea pacífica. Pero en noviembre--con el invierno avecinándose--las ciudades se prepararon para una ofensiva coordinada, con redadas policiales sobre los campamentos y una campaña de calumnias contra el movimiento.

Pero la represión no se detuvo el movimiento. Aún hubo asambleas y los grupos de trabajo siguieron organizando. Enero vio algunas de las acciones más inspiradores contra las ejecuciones hipotecarias. Y el mensaje de Ocupa sobre las consecuencias de la codicia, la corrupción y el poder del 1 por ciento no es menos urgente hoy.

Pero es cierto que con los campamentos desalojados, sin el símbolo del movimiento, el foco físico de la lucha queda disipado para una más vasta capa de partidarios, haciendo más difícil involucrarse. Como resultado, el número de personas que participa en el movimiento--ya sea regularmente, como parte del núcleo activista, u ocasionalmente, en una actividad específica--es más pequeño.

En Oakland, tras la convocatoria a huelga general del 2 de noviembre, en respuesta al salvaje ataque policial sobre los activistas de Ocupa, casi matando al veterano de guerra Scott Olsen, unas 15.000 personas protestaron en los muelles de la ciudad, y cerraron el 5° puerto más transitado país por la noche. Un día de acción, a mediados de diciembre, para cerrar los puertos de la costa oeste contó con la participación de un poco más de 5.000. Y el 28 de enero, la protesta destinada a ocupar el edificio vacío del Centro de Convenciones Kaiser para crear un nuevo campo base para Ocupa, trajo entre mil y 2 mil.

El movimiento de Ocupa no tiene la culpa por la más pequeña participación, y la historia nos enseña que cada movimiento pasa por altibajos. Pero es obvio que la nueva situación tiene implicaciones para las actividades de Ocupa. El 2 de noviembre, la policía no tuvo esperanza alguna de detener la marcha al puerto de Oakland. El 28 de enero, la marcha fue ampliamente superada por una agresiva fuerza policial en busca de revancha.

Por desgracia, parte de la protesta de enero fue organizada sin ningún sentido de que el equilibrio de fuerzas había cambiado. Durante el intento de tomar el centro de convenciones, un grupo dentro de la marcha desplegó escudos caseros para un avance sobre las líneas de la policía. Esta táctica de confrontación no sólo estaba condenada a fracasar, sino que también puso en riesgo de detención o violencia al resto de la gente.

Más tarde, un pequeño grupo de activistas irrumpió en el Ayuntamiento de Oakland, lo saqueó y quemó una bandera estadounidense. No hace falta decir que ésta fue la imagen enfatizada en las noticias al día siguiente.

Por supuesto, los medios de comunicación han calumniado al movimiento desde el comienzo, y la policía ha arremetido contra manifestantes pacíficos, también. El movimiento no puede depender en el comportamiento de la policía o en una oreja amigable en los medios de comunicación.

Pero los acontecimientos del 28 de enero--en especial el retrogrado vandalismo en la Alcaldía--introdujeron una cuña entre los más acérrimos participantes en Ocupa Oakland y los miles de personas que han participado en protestas y otras actividades hasta esa fecha: los sindicalistas que no fueron a trabajar el 2 de noviembre y los residentes de los barrios donde las ejecuciones hipotecarias son una epidemia, entre otros.

Los que defienden tácticas como destrozar el Ayuntamiento o enfrentar la policía en cada oportunidad que se presente no sólo son culpables de ignorar la correlación de fuerzas. Ellos también rechazan la importancia de la noción de construir una base más amplia de apoyo para el movimiento y de involucrar a un número mayor de personas.


EL ARTÍCULO de Chris Hedges, "El cáncer en Ocupa", fue una fuerte respuesta al debate que se desarrollo a partir de la manifestación de Oakland. Sin embargo, el artículo confunde más de lo que ilumina.

Hedges está equivocado en muchas de las caracterizaciones que hizo el anarquismo del Bloque Negro--su posición de blanco para cualquiera que abogue por tácticas de confrontación. Sin duda, esto es porque él no está muy familiarizado con las tradiciones de la izquierda radical. Pero Hedges está también equivocado en su caracterización del movimiento Ocupa, del que él ha sido parte desde el inicio.

Hedges afirma, por ejemplo, que es la "rotunda negativa [del movimiento] a responder a la provocación policial" lo que "resonó en todo el país". "Perder esta autoridad moral, la capacidad de mostrar la corrupción y decadencia del estado corporativo a través de la protesta no-violenta, sería devastador para el movimiento", escribe Hedges. "Nos reduciría a la degradación moral de nuestros opresores. Y eso es lo que nuestros opresores quieren".

Esto pierde el bote. El movimiento Ocupa "resonó en todo el país" debido a su mensaje político, repicando sobre el generalizado descontento con la enorme desigualdad y con un sistema político establecido para mantener el poder y privilegio del 1 por ciento.

Pero el objetivo de Hedges es retratar la no-violencia como un principio aplicable a cualquier momento de cualquier movimiento. ¿Piensa él que Fannie Lou Hamer, durante la lucha por los derechos civiles, quien dijo una vez que dejaba armas cargadas debajo de su cama, se redujo "a la degradación moral de sus opresores"? ¿Perdieron su "autoridad moral" los revolucionarios egipcios que defendieron la Plaza Tahrir con cualquier arma al alcance de sus manos?

Hay muchas críticas que pueden ser destacadas en el artículo de Hedges, pero al menos ésta ilustra un problema central: él transforma un debate sobre tácticas, en el que hace varios puntos válidos sobre las acciones de aventureros y ultraizquierdistas, en una discusión sobre principios, supuestamente aplicables en todo momento.

Hubo una fuerte reacción contra el artículo de Hedges, por razones obvias. Por desgracia, muchas de las respuestas fallaron en apuntar las cuestiones más importantes que enfrenta el movimiento.

Por ejemplo, en su defensa del Bloque Negro, el anarquista y autor David Graeber relata cómo él y otros involucrados en las primeras etapas de Ocupa Wall Street acordaron a "la no-violencia de Gandhi" y "a evitar actos que dañaran a la propiedad", porque "no sentimos que fuera una táctica adecuada para la situación en que estábamos".

Pero Graeber nunca declara si cree que la acción del 28 de enero en Oakland utilizó las tácticas apropiadas. En vez, él usa su crítica a Hedges para avanzar otros dos puntos: primero, que la policía es siempre responsable de la violencia, no los manifestantes, y segundo, que cualquier intento de concordar en una táctica en particular para una acción lleva a la posibilidad de violencia física contra aquellos que quieren ser más "militantes".

Sobre el primer punto, es absolutamente cierto que la policía es más responsable por la violencia, mucho más agresiva y destructiva, que los manifestantes.

Pero al centrarse exclusivamente en la policía pasa por alto una cuestión que los activistas deben responder: Los partidarios del movimiento, los que han participado en eventos, o que pueden ser traídos a ellos en el futuro, ¿ven ellos a la policía como los agresores, o piensan que los manifestantes están buscando una confrontación, sin importar las consecuencias? La respuesta a esa pregunta determinará si un mayor número de seguidores se movilizan, en particular, en defensa de las víctimas de la represión policial.

El segundo punto de Graeber es que cualquier intento de establecer un acuerdo sobre tácticas para una acción "siempre resulta contraproducente". En cambio, tal decisión debiera ser una cuestión de "conciencia individual".

Esta es una profundamente anti-democrática declaración. Si él es serio, entonces Graeber no puede objetar si una minoría de uno, dos o unos pocos impone su "conciencia individual" para entrar en el Ayuntamiento o provocar una pelea con la policía sobre un número mucho mayor de personas.

El resultado inevitable de esta chuña con respecto a qué ocurre en una manifestación es que las personas con más que perder--trabajadores que no pueden ir a la cárcel o que puedan perder sus trabajos, personas con las familias, inmigrantes cuyo estatus podría ser cuestionado, minorías raciales con muy buenas razones para tratar de evitar un encuentro con la policía--no podrían participar en el movimiento.


DEBATES SOBRE estrategia y tácticas son una parte vital de cualquier movimiento. La seriedad del debate tomando lugar ahora es una prueba del compromiso que tantas personas tienen con la lucha de Ocupa, y continuará con mucha más profundidad y amplitud de lo que este artículo se puede resumir.

Pero la pregunta a mantener en mente es: ¿Qué acciones y campañas avanzan y fortalecen el movimiento en su conjunto?

Sería desastroso para la lucha de Ocupa igualar repetidos enfrentamientos con la policía con mayor "militancia". Tales acciones sólo crean dudas, entre aliados y potenciales activistas, acerca de si el movimiento tiene una idea clara de sus objetivos y de cómo lograrlos.

En un período cuando el activismo ha decaído y el número de personas participando es menor, hay una tendencia entre los activistas a concluir que sólo los que ahora están involucrados son los que llevarán la lucha adelante, que capas más amplias de gente ha renunciado al movimiento, si es que alguna vez se unió, en primer lugar.

El futuro del movimiento Ocupa depende de tomar el camino opuesto.

En los movimientos locales de todo el país, activistas están involucrados en educar y organizar, tal vez sin producir grandes manifestaciones o lotes de publicidad, pero están atrayendo más gente a la lucha y uniéndolas a redes de activistas sosteniendo el movimiento a largo plazo.

Ocupa ofrece muchas oportunidades para el activismo. Una lucha contra las ejecuciones hipotecarias y los desalojos es urgentemente necesaria en todas las ciudades. Activistas de Ocupa en Nueva York, Chicago, y otras ciudades están trabajando con maestros, estudiantes y padres de familia para luchar por las escuelas públicas. Para el 20 de febrero, Ocupa está planeando un día nacional de apoyo a los presos, y contra el sistema de injusticia penal.

En todas partes, Ocupa puede ayudar al movimiento sindical en defensa de los trabajadores del sector privado, luchando contra la avaricia corporativa, y de los trabajadores del sector público, cuyos puestos de trabajo y condiciones laborales están bajo ataque por la austeridad bipartidista.

Estos esfuerzos de activistas en todo el país muestran el potencial para construir un movimiento más fuerte, centrándose en lo que hizo de Ocupa una lucha fluida desde el principio: el activismo de base, dando voz a la determinación de la inmensa mayoría a levantarse contra la avaricia y el poder del 1 por ciento.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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