A defender las escuelas públicas

August 31, 2012

En las ciudades de Estados Unidos, las escuelas públicas están siendo desmanteladas y privatizadas--con la venia de Barack Obama.

CUANDO, HACE unos años atrás, el Secretario de Educación Arne Duncan celebró el huracán Katrina como "lo mejor que le podía haber pasado al sistema escolar de Nueva Orleans", porque permitió el cierre de la mayoría de las escuelas públicas y su sustitución por escuelas chárter, se vio obligado a pedir disculpas.

Pero ahora, el mismo Duncan--respaldado de su jefe, Barack Obama-- ahora está desatando otra destructiva tormenta, la "reforma educacional" corporativa, ahora sobre a Chicago, donde Duncan una vez encabezó en el sistema escolar público, construyendo el escenario para lo que podría ser la primera huelga docente en Chicago en 25 años.

Duncan y Cia. ya han destruido la educación pública en varias ciudades. La devastada economía de Detroit y su reducción poblacional fueron el pretexto para un agresivo asalto bipartidista que ya provocó el cierre de 100 escuelas. Hoy en día, Detroit tiene dos sistemas escolares--las Escuelas Públicas de Detroit y la Autoridad de Logro Educacional--que compiten por atraer estudiantes, con el 35 por ciento de los niños de Detroit asistiendo a escuelas chárter.

Teachers and parents picket outside a Chicago Board of Education meeting

En Filadelfia, las autoridades escolares, apoyados por el alcalde demócrata Michael Nutter, también están en lo suyo, entregando la operación del sistema escolar público a una serie de organizaciones sin fines de lucro, grupos administradores de escuelas chárter e instituciones académicas.

En Cleveland, otro demócrata, el alcalde Frank Jackson, trabajó con el gobernador anti-sindical, el republicano John Kasich, para aprobar una legislación canalizando aún más dinero público a las escuelas chárter, poniéndolas en pie de igualdad con las escuelas públicas tradicionales.

Al impulsar estos cambios, Duncan está haciendo uso de la ley federal No Child Left Behind (Ningún Niño Dejado Atrás), aprobada bajo la presidencia de Bush, que vincula los fondos federales para las autoridades escolares estatales y locales al cierre o restructuración de las escuelas que no logren mejorar sus resultados en test estandarizados.

La misma administración Obama amplificó la agenda de la "reforma escolar" a través de su programa de $4.3 mil millones, Carrera a la Cima, forzando a los estados a competir por fondos. Para tener chance a este dinero, los legisladores estatales deben aprobar leyes expandiendo las escuelas chárter e imponiendo duros sistemas de evaluación sobre los maestros que debilitan su seguridad laboral.

Todo esto presupone el fin de la educación pública universal como la hemos conocido--una piedra angular de la sociedad estadounidense, desde los años 1850.

Esto no es una exageración. Duncan, una vez avergonzado por haber vitoreado una mortal catástrofe en una ciudad mayoritariamente afroamericana, ahora abiertamente se enorgullece de la educación post-Katrina en Nueva Orleans. "Nueva Orleans está haciendo un fantástico trabajo en cuanto a mejoras se refiere", dijo Duncan de una ciudad donde, antes de Katrina sólo 1.5 por ciento de los estudiantes asistía a escuelas chárter. Hoy, el 80 por ciento lo hace.

La próxima vez que alguien nos diga que debemos votar por Obama para detener la agenda de Mitt Romney en educación, recordemos lo que Ben Joravsky, del Chicago Reader, escribió sobre el plan educacional de Romney: "[E]n muchos aspectos, se lee como si podría haber sido escrito por nuestro propio alcalde, el antisindical y amante de las escuelas chárter, Rahm Emanuel ". Emanuel, por supuesto, fue el jefe de gabinete de Obama cuando el gobierno desató su Carrera a la Cima.


PARA ENTENDER qué impulsa la agenda de la reforma escolar pro empresarial, debemos recordar el eslogan del escándalo Watergate de 1970: "Sigue el dinero".

Diane Ravitch, ex funcionaria de Bush padre, pero ahora crítica a la reforma escolar, apunta al "club de los muchachos millonarios", incluyendo a Bill Gates de Microsoft y el magnate inmobiliario Eli Broad, quienes corren fundaciones que financian la reforma educativa pro empresarial.

Incluso Mark Zuckerburg, de Facebook, en busca de buenas relaciones públicas después de que una película lo retratara como un idiota, decidió tirar $100 millones a las escuelas públicas de Newark, Nueva Jersey, una ciudad con la que no tenía relación previa. Incluso la sección Estilo del New York Times, que por lo general se centra en la moda y el ocio de los ricos y poderosos, señala que la elite de Wall Street ha tomado la moda de adoptar escuelas chárter.

Pero detrás de la generosidad y las sesiones fotográficas--¿Ves? ¡El 1 por ciento realmente se preocupa por los niños pobres!--hay un agresivo plan para remodelar la clase obrera para satisfacer las necesidades del capital americano en la economía globalizada del siglo 21.

No dispuesta a pagar los impuestos necesarios para apoyar una educación pública de calidad, la patronal y sus operadores políticos, como Duncan y Emanuel, están creando un sistema en el que el acceso a una buena educación pública será racionado, con los estudiantes de clase obrera y de color canalizados a escuelas públicas con escasos recursos o a escuelas chárter con influencia política, pero de dudosa calidad.

La primera parte de este plan ha estado vigente durante décadas; las políticas de fomento habitacional y la desigualdad de ingresos permitieron a la clase media blanca dejar las grandes ciudades y matricular a sus hijos en la mejor financiadas escuelas públicas de los suburbios. Dado a que los fondos escolares en Estados Unidos están fuertemente ligados al impuesto a la propiedad, y a que el cierre de fábricas viejas en las ciudades industriales drenó su base de impuestos, la desigualdad entre los distritos escolares urbanos y suburbanos aumentó, con estudiantes afroamericanos y latinos concentrados en escuelas con insuficiente financiación.

El resultado ha sido la re-segregación de las escuelas públicas, más de medio siglo después de que la Corte Suprema, en su decisión Brown vs. Junta de Educación, encontró las escuelas separadas entre blancos y negros eran inherentemente desiguales.

Hoy en día, los esfuerzos para corregir ese racista legado prácticamente han cesado. Por citar sólo dos ejemplos: en las escuelas de Charlotte-Mecklenburg, Carolina del Norte, en 1997, un juez puso fin a un plan de integración que permitía a los estudiantes negros ser trasladados en buses a las escuelas públicas suburbanas, en su mayoría blancas. "Lo que siguió fue esencialmente el retorno de la segregación", de acuerdo con dos investigadores del Instituto Urbano de la Universidad de Carolina del Norte.

En 2009, otro juez federal levantó una orden judicial que obligaba a los funcionarios de escuelas públicas de Chicago a tomar en cuenta la raza del alumnado de las escuelas de inscripción selectivas. Esto a pesar del hecho de que un estudio de Harvard encontró que las escuelas de Chicago estaban "sólo a unos pocos puntos porcentuales del apartheid total".

Como David Kirp, profesor de la Universidad de California-Berkeley, escribió en el New York Times:

La desegregación está efectivamente muerta. De hecho, hemos dejamos de aplicar la desegregación hace mucho tiempo. En 1974, la Corte Suprema rechazó un plan de integración metropolitana, dejando a las ciudades cada vez más negras a valerse por sí mismas. Una generación más tarde, las escuelas públicas que habían recibido la orden de integrar en los años 1960 y 1970 estaban segregadas una vez más, esta vez con la bendición de una nueva generación de jueces.

Hoy en día, los estudiantes de escuelas urbanas segregadas racialmente están siendo tratados como ratas de laboratorio por los reformadores educacionales corporativos, que se han unido a los políticos para utilizar la crisis económica como una palanca.

Con el dinero para la educación en el estímulo federal de 2009 ya ido, los funcionarios de Detroit, Filadelfia y Cleveland y otras ciudades están utilizando sus reventados presupuestos como pretexto para desmantelar la educación pública. Es probable que Chicago siga su ejemplo, ya que la Junta de Educación en esa ciudad ha deliberadamente gastado todos sus fondos de reserva para este año. Activistas sindicales docentes creen que esto fue diseñado para crear una crisis y justificar el cierre de hasta 100 escuelas.


POR ESO, lo que está en juego en la batalla por la educación pública de Chicago es enorme.

Hasta ahora, ni la Asociación Nacional de Educación ni la Federación Americana de Maestros (AFT) han montado una lucha contra la reforma educacional empresarial. De hecho, la presidente de AFT, Randi Weingarten sostiene que el sindicato debe colaborar con estos reformadores, con el argumento de que los maestros deben "liderar y proponer" sobre estos temas.

Por el contrario, el Sindicato de Maestros de Chicago (CTU), afiliado a la AFT, se está preparando para dar una lucha no sólo por un salario y beneficios justos, sino por una educación pública totalmente financiada, con clases más pequeñas y un currículo enriquecido.

Para los reformadores educacionales con respaldo empresarial, las apuestas son altas, también. Si son capaces de acabar con la CTU, habrán avanzado mucho en su objetivo de destripar a los sindicatos de maestros, que juntos constituyen el mayor grupo de trabajadores organizados en Estados Unidos. Es por eso que es tan importante que todos aquellos que apoyamos la educación pública, y los derechos de los trabajadores, solidarizar con los maestros de Chicago.

Los líderes del Sindicato de Maestros de Chicago han movilizado a todos sus miembros. Eso dio sus frutos al final del pasado año escolar, cuando el 98 por ciento de los miembros emitieron su voto para autorizar la convocación de una huelga. Mientras tanto padres, estudiantes y organizaciones comunitarias se han unido tras la CTU en un gran número--un acontecimiento crucial, dada la historia de conflictos entre estas fuerzas en el pasado.

El enfrentamiento llega en septiembre. Cualquiera preocupado por el futuro de los maestros y nuestras escuelas--en Chicago y en todo el país--tiene que actuar ahora para apoyar a la CTU en su lucha.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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