Contando hasta 15
La ley del salario mínimo de Seattle es un hito para el movimiento, pero nuevas luchas quedan por delante.
HACE APENAS unos años, la demanda por un salario mínimo de $15 la hora --surgida en la lucha liderada por los trabajadores de salarios bajos en la industria de la comida rápida y en las grandes tiendas, como Wal-Mart--parecía temeraria e inspiradora, pero no es exactamente una meta próxima.
Pero este mes, la lucha por un salario digno alcanzó un nuevo logro cuando el Consejo de la Ciudad de Seattle votó unánimemente a favor de una ordenanza que pone a los trabajadores de bajos salarios en camino hacia los $15 la hora.
La ordenanza tiene un complicado sistema escalonado que dejará a algunos trabajadores esperando siete años por los $15, y el establecimiento empresarial de la ciudad ganó varias concesiones opuestas por los sindicatos, incluyendo triquiñuelas para las empresas que proveen beneficios de salud o donde los trabajadores ganan propinas. Pero el hecho es que algunos de los trabajadores peor pagados de la ciudad van a obtener aumentos significativos con el tiempo.
La ley de Seattle es un avance importante, y tal vez sólo el primero de muchos para los trabajadores con los salarios más bajos.
En San Francisco, algunos líderes sindicales anunciaron esta semana que tienen el apoyo del alcalde Ed Lee, de los supervisores de la ciudad y de los líderes empresariales para una medida electoral en noviembre que aumentaría el salario mínimo a $15 por hora en cuatro años, y sin concesiones por propinas o beneficios de salud. En Oakland, California, activistas están apoyando un referéndum para elevar el mínimo a $12,25 dólares por hora, de una sola vez, con la meta de presionar por más, más tarde.
La concejala socialista de Seattle Kshama Sawant correctamente atribuyó a la base obrera de la lucha por un salario digno en un comunicado después de la aprobación la ley. "Lo hicimos", dijo. "Los trabajadores hicieron esto. Esta primera victoria por los 15 va a inspirar a gente por todo el país".
Muchos partidarios de la Campaña por 15 Ahora fueron tomados por sorpresa cuando Sawant apoyó la ordenanza municipal, poniendo así fin al empuje por un referendo alternativo que ella misma propuso, con etapas más cortas de espera y menos concesiones a los empleadores. Pero estas legítimas preguntas a su decisión no deben menoscabar la importancia de lo que ha ocurrido.
Hay desafíos por delante --incluso en Seattle, donde la nueva ley tendrá que ser defendida. La ordenanza ya está siendo impugnada en los tribunales, y los empleadores utilizarán el complicado proceso y concesiones para tratar de eludir las normas o cometer robo de salarios. Los mejores ejecutores de la ley del salario mínimo serán los trabajadores organizados.
En San Francisco y Oakland, habrá nuevos intentos de diluir las medidas electorales y el voto aún tiene que ser ganado contra la campaña de distorsiones que enfrentará, sin duda, bien financiada y respaldada por los intereses patronales. Y los partidarios de un salario digno en otras ciudades tendrán que vigilar los intentos de los líderes demócratas para impulsar proyectos de ley o referendos por salarios mínimos insuficientes y desdentados bajo la apariencia de luchar por 15.
En términos más generales, la base obrera del movimiento por los 15, que realizó las acciones que galvanizaron el apoyo a nivel nacional que ha obtenido, tiene que resolver los siguientes pasos contra los empleadores, como McDonald's y Wal-Mart, y contra el establecimiento patronal en su conjunto.
Esta lucha ahora se alimenta del vapor de la caldera en Seattle. El furor hirviendo en un sistema en el que la gran mayoría de la gente lucha por sobrevivir, mientras las ganancias corporativas establecen nuevos récores, ha encontrado una válvula en la Lucha por 15 --y es excitante imaginar los próximos pasos de la lucha.
LA ORDENANZA de Seattle por un salario mínimo digno es el resultado de una lucha que se viene desarrollando desde hace muchos años.
La fuente del descontento es evidente: Considerando la inflación, el actual salario mínimo federal de $7.25 por hora tiene el mismo poder económico que en 1950.
En 1968, el mínimo federal podía comprar alrededor de 50 por ciento más de lo que puede comprar hoy. Incluso en ese momento cúspide de su poder adquisitivo, con un trabajo de jornada completo y durante todo el año, el salario mínimo no era suficiente para sacar de la pobreza a una familia de cuatro personas. Y hoy, los trabajadores de jornada entera y salario mínimo caen 40 por ciento por debajo de la línea de la pobreza.
El salario mínimo en Estados Unidos nunca ha sido un salario digno. Pero la realidad escandalosa de las condiciones de vida de los trabajadores pobres --coexistiendo con la riqueza obscena de los súper-ricos--fue puesta de relieve por el movimiento Ocupa Wall Street en 2011.
Sobre la estela de Ocupa y de una creciente conciencia pública acerca de la magnitud de la desigualdad de clase en EE.UU., la lucha de los trabajadores pobres puso un rostro en las estadísticas del gobierno.
En Wal-Mart, las huelgas de los bodegueros en el sur de California y en las afueras de Chicago, en septiembre de 2012, fueron seguidas por paros, por primera vez coordinados, de trabajadores de las tiendas Wal-Mart el mes próximo. Una campaña constante de protestas y acciones de los bodegueros, liderados por empleados no sindicalizados, con sólo la solidaridad y su propia determinación en que confiar, culminó en una acción durante el Viernes Negro, después del Día de Acción de Gracias, con manifestaciones y huelgas en tantas como mil tiendas en 46 de los 50 estados.
Ese mismo otoño, los trabajadores de McDonald's, Wendy y otros gigantes de la comida rápida en la ciudad de Nueva York --tampoco sindicalizados--abandonaron sus puestos de trabajo, emulando a los trabajadores de Wal-Mart. Su ejemplo fue tomado por trabajadores de la comida rápida y del comercio minorista en Chicago, Milwaukee, St. Louis, y Detroit, entre otras ciudades. Así, la Lucha por 15 se puso en marcha. La última jornada de protestas y huelgas el pasado 15 de Mayo, demandando $15 por hora y un sindicato, movilizó a trabajadores en más de 150 ciudades de EE.UU. y en más de 30 países.
En las elecciones de 2012, Barack Obama y los demócratas estuvieron felices de usar la retórica del movimiento Ocupa para representar a Mitt Romney, a los republicanos y al Tea Party como criaturas del 1 por ciento --algo muy fácil de hacer. Pero una vez que Obama estuvo a salvo de vuelta en la Casa Blanca, los demócratas perdieron el interés en el 99 por ciento, hasta el próximo ciclo electoral.
A principios de este año, los demócratas del Congreso propusieron una legislación para aumentar el salario mínimo federal a $10,10 por hora para el año 2016. Hubiera sido un aumento significativo si se hubiera hecho ley, a pesar de no llegar a los niveles de 1968. Sin embargo, predeciblemente, la legislación fue rechazada por los republicanos en el Congreso --como la administración Obama sabía que ocurriría--y los demócratas no hicieron nada para presionar por su aprobación. No empero, con el devenir de las campañas electorales, los demócratas se llenarán la boca con cómo ellos "lucharon" por un sueldo mínimo digno.
Esta maniobra política es algo contra lo que los trabajadores y activistas deben estar en guardia en sus localidades. Los demócratas, con la esperanza de reforzar su base liberal y usando algo por el cual existe un apoyo abrumador, tratarán de hacer pasar medias medidas --magros aumentos en el mínimo, confinar los aumentos a las empresas con contratos gubernamentales, u otros trucos--como acción real, no importa que el trabajador de salario de pobreza necesite y merezca algo mejor.
HUBO OTRO importante ingrediente en la lucha por los $15 en Seattle: la victoriosa campaña electoral al Concejo de la Ciudad de la miembro de Alternativa Socialista, Kshama Sawant.
El movimiento de huelgas y protestas conocido como la Lucha por 15 llegó a Seattle poco después de que se hubiera puesto en marcha. Sawant, una profesora universitaria y respetada activista que ya había puesto su nombre a elección, organizó su campaña en torno a la lucha por un salario digno, entre otras cuestiones.
Debido a las circunstancias específicas de las elecciones en Seattle, Sawant fue capaz de hacer campaña en toda la ciudad, motivando un núcleo de activistas entusiastas y apelando a los votantes hartos de los demócratas, quienes hacen campaña como paladines, pero actúan como cobardes una vez en el cargo. La victoria de Sawant es un hito para un candidato abiertamente socialista.
Durante la campaña, la presión política generada por la Lucha por 15 y por la candidatura de Sawant tuvo el efecto de empujar a ambos candidatos demócratas a la alcaldía a declararse partidarios de un salario mínimo de $15 para los trabajadores de Seattle.
Ed Murray ganó la contienda por la alcaldía, y en respuesta a la magnitud del sentimiento público en favor de un mínimo de $15 por hora --una encuesta de opinión pos electoral mostró que dos tercios del público apoya una subida inmediata a $15 la hora sin excepciones o condiciones--dijo que seguiría adelante con su promesa.
Murray formó un Comité Asesor de Desigualdad de Ingresos que reunió a dirigentes sindicales, miembros del Concejo Municipal (incluyendo Sawant) y representantes empresariales para llegar a una propuesta. De esta manera el alcalde daba la oportunidad a los intereses patronales para introducir condiciones y exenciones a un aumento directo al salario mínimo, del estatal $9,32 por hora a $15 por hora para los trabajadores de Seattle.
Pero es significativo que mientras la élite empresarial de Seattle hizo todo lo posible para socavar la ordenanza, se sintió obligada a participar en el comité edilicio y, en última instancia, a aceptar una propuesta que hará el salario mínimo en Seattle el más alto en EE.UU., al menos por ahora.
Los líderes sindicales dentro del comité estaban entusiasmados con la propuesta que surgió, pero no tanto así los trabajadores y activistas de Lucha por 15, y por una buena razón.
El anunciado período de transición fue ampliado de tres a siete años en cuatro categorías de trabajadores, en función de que si trabajan para empresas "grandes" (500 empleados o más) o "pequeñas" (menos de 500 empleados), y si reciben o no beneficios de salud o propinas.
Como Chris Mobley escribió para SocialistWorker.org, las dudas se multiplicaron con cada nueva disposición. Centrándose en las concesiones, él escribió:
El establecimiento de un salario mínimo sobre la base de la remuneración total, incluyendo las prestaciones... establece un precedente peligroso. La propuesta no distingue entre los empleadores que proporcionan beneficios de salud adecuados o escuetos, de baja calidad y caros. Además, los votantes del estado de Washington han rechazado la creación de un salario mínimo distinto para los trabajadores que reciben propinas varias veces. La propuesta de salario mínimo de Murray podría reforzar los intentos de la Asociación de Restaurantes de Washington para ganar tal medida a nivel estatal.
SAWANT FUE una de varios miembros del comité en oponerse a este plan cuando fue dado a conocer el 1° de mayo, afirmando que la propuesta "refleja el intento de las empresas de diluir lo que la gente obrera de Seattle quiere. Aunque que los patrones habían perdido la batalla pública sobre $15, se les dio un lugar en la mesa para perseguir su lista de deseos, mientras que los trabajadores de bajos salarios fueron dejados de lado".
Sawant y la Campaña 15 Ahora, dirigida por Alternativa Socialista, siguieron adelante con los planes para aprobar una ley más fuerte en un referendo en la boleta electoral de noviembre. En una conferencia a finales de abril, la Campaña 15 Ahora apoyó un esfuerzo para reunir 50 mil firmas para poner la cuestión ante los votantes.
Una razón para la urgencia de trabajar por una alternativa era el temor de que los patrones estrujaran aún más lagunas en la legislación antes de llegar a una votación en el Consejo de la Ciudad.
Este temor era justificado: Una enmienda empujó el primero de los aumentos del salario mínimo a enero del próximo año hasta abril, y otra obtuvo una exención para salarios "de entrenamiento", por debajo del mínimo, para adolescentes y trabajadores con discapacidades.
Y estos no serán los últimos intentos de socavar aún más la nueva ley. La Asociación Internacional de Franquicias inmediatamente presentó una demanda para impugnar la forma en que la ordenanza define un negocio "grande". Franquicias locales de las grandes corporaciones como McDonald's o Holiday Inn son consideradas grandes en virtud de la ley, incluso si la propia franquicia emplea a menos de 500 trabajadores. Si la impugnación tiene éxito muchos de los trabajadores de bajos salarios en Seattle que necesitan mayor ayuda tendrán que esperar más años para ganar $15 a la hora.
En el debate del Consejo de la Ciudad, Sawant se opuso a las enmiendas pro-empresariales y presentó varias de sus propias enmiendas para frenar algunas de las peores concesiones. Pero cuando éstas fallaron y el voto final se produjo, Sawant sorprendió a algunos de los activistas de la Campaña 15 Ahora votando "sí", y así poniendo fin a una propuesta electoral alternativa, sin concesiones a las empresas.
No hay nada de malo en llegar a la conclusión de que nuestro lado ya ganó tanto como haya sido posible en una ronda. Después de todo, eso es lo mismo que pasa con cada contrato sindical con algunos avances, pero no todo lo que el sindicato buscaba.
Lo que tomó por sorpresa a los activistas fue el cambio radical de postura de Sawant y de Alternativa Socialista, de criticar el plan del alcalde como insuficiente a reclamar una "victoria histórica", y dejar caer bruscamente la campaña por un referendo en la materia.
Estas cuestiones deben ser debatidas en las próximas semanas y meses. El debate abierto sobre nuestras iniciativas y estrategias debe continuar para construir una izquierda que se una en contra de los retos ofrecidos por sus enemigos de la clase de los negocios y los demócratas que los sirven.
Seattle es sólo una batalla en la lucha por un salario digno --después de todo, incluso si $15 la hora representa un aumento significativo para los trabajadores con salario mínimo, éste no es un salario digno, sobre todo en ciudades como Seattle y San Francisco, donde el costo de la vida es alto y en alza.
Debemos inspirarnos y aprender de las lecciones del éxito en Seattle, y en otros lugares, en poner la Lucha por 15 en foco, preparando el escenario para las nuevas luchas por venir.
Traducido por Orlando Sepúlveda