La conjura racista en Francia
Los líderes más poderosos del mundo llegaron a París a marchar por la "unidad", pero racismo y represión es lo que ellos representan, escribe Elizabeth Schulte.
EL ATAQUE contra la revista Charlie Hebdo, en París, el 7 de enero--perpetrado por autoproclamados militantes islámicos y donde 10 periodistas, caricaturistas y otros trabajadores, junto a dos policías, perdieron la vida--ha alimentado una violenta reacción anti-musulmana, encabezada por líderes políticos de todo el mundo tratando de usar este horrible acto de violencia para promover una agenda xenófoba y represiva --todo mientras dicen defender la "unidad" y la "paz".
Más de una docena de ataques anti-musulmanes fueron reportados en las primeras 24 horas después de la masacre en la revista. Entre ellos: tres granadas lanzadas contra una mezquita en Le Mans, otra mezquita en Port-la-Nouvelle fue balaceada, y la cabeza y las entrañas de un jabalí fueron tiradas a la entrada de un centro islámico en Córcega con la nota: "La próxima vez será una de vuestras cabezas".
Como resultado del ataque a Charlie Hebdo, con la extrema derecha rápidamente explotando el pavor que causó para ampliar la audiencia de su vil racismo, los musulmanes en Francia y en Europa caminan con un blanco sobre sus las espaldas.
Esta cínica maquinación no puede ser más ajena de las expresiones de pésame iniciadas a horas de la matanza, con enormes conglomerados en París y en otros lugares, y que continuaron después que más personas murieran en incidentes con rehenes en los días siguientes. El domingo 11 de enero, millones de personas llegaron la plaza de la Republica en París.
Pero todo este rechazo a la violencia, la oposición a hacer chivos expiatorios de los musulmanes y toda genuina preocupación por las libertades civiles--ya sea la libertad de prensa o de religión --significan un bledo para los líderes políticos que encabezaron la marcha por la "unidad".
Su "unidad" fue torno a explotar la pena y el dolor de millones de personas en Francia y en todo el mundo para promover sus propios fines--más obviamente, la continua y creciente "guerra global contra el terror", ahora sinónimo de una guerra contra los musulmanes, en Europa, Estados Unidos, el Medio Oriente y en todo el mundo.
EN LA demostración por la "unidad nacional", el presidente François Hollande, líder del mal llamado Partido Socialista de Francia, estaba rodeado del derechista ex presidente Nicolás Sarkozy y de la crema y nata de los líderes mundiales con un interés en demonizar el Islam y promover imperio--entre ellos el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, la canciller alemana Ángela Merkel y el primer ministro británico, David Cameron.
Pero en la víspera de la gran manifestación, el primer ministro francés, Manuel Valls clarificó la meta del gobierno Hollande: "Ésta es una guerra contra el terrorismo, contra el yihadismo, contra el Islam radical, contra todo lo que busca a romper la fraternidad, la libertad, y la solidaridad".
Para estos reaccionarios y criminales de guerra, la tragedia en París es una oportunidad para escalar la interminable "guerra contra el terror", y el racismo y la represión que le acompañan.
Pero de acuerdo a testigos oculares esa no fue la actitud universal entre los que marcharon el domingo. Había banderas francesas y pancartas con el lema "Je suis Charlie", adoptado por muchos sin considerar las caricaturas notoriamente racistas publicadas por la revista. Pero como el socialista John Mullen reportó, el lema "Yo soy judío, musulmán, cristiano" también apareció en muchas pancartas, entre tanto que otros carteles leían "Yo soy Ahmed," por el oficial de policía, musulmán, muerto el día del ataque.
Mireille Bournaud dijo a un periodista del New York Times que temía una reacción violenta contra los musulmanes. "Rechazamos cualquier conflación entre árabes, musulmanes y terroristas. Mi hija va a casarse con un musulmán en un mes, y no quiero que sufra de esta confusión".
En respuesta al cínico intento del gobierno Hollande para moldear el dolor y la indignación de la gente en apoyo a la guerra y la represión, el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) criticó la convocatoria a la marcha por la "unidad nacional" en una declaración titulada, "Después del terrible atentado en Charlie Hebdo, la unidad nacional es una trampa: Unámonos por la democracia y la solidaridad contra el racismo":
Existe el peligro de ver un aumento del racismo y de la islamofobia. Ya hemos visto actividad anti-musulmana, como los ataques contra mezquitas y personas. Debemos resistir esto sin hacer ninguna concesión. Más que nunca, tenemos que luchar contra toda forma de estigmatización de comunidades y de todo tipo de discriminación. También debemos rechazar todas las medidas que dan más poder a los servicios de seguridad o restringen las libertades civiles...
[Los principales partidos franceses, junto al Frente Nacional, de la extrema derecha] están tratando de ocultar su responsabilidad en el deterioro social y político y el clima nocivo bajo el que estamos viviendo. Mientras pretenden lo contrario, ellos están cultivando una atmósfera xenófoba y racista, de miedo al extranjero y las personas que son diferentes. Esto es un caldo de cultivo para el odio. Quieren dividir a los trabajadores y subordinarlos a su política y a su orden social, el cual produce la barbarie que dicen rechazar. La cumbre del cinismo es Marine Le Pen, cuya actividad principal es la xenofobia y la denunciación de los inmigrantes y extranjeros.
Esta violencia asesina viene de alguna parte. Es creada en el corazón de la violencia social y moral, muy familiar para un gran número de jóvenes que viven en los barrios pobres. Es la violencia del racismo, la xenofobia, la discriminación, el desempleo y la explotación. Esta violencia barbárica es el retoño monstruoso de la guerra social que la derecha y la izquierda libran al servicio de las finanzas.
Además de esto están las guerras contra los pueblos de Irak, Afganistán, Libia, África y Siria. También está la larga guerra contra el pueblo palestino. Estas son guerras cuyo único propósito es mantener el dominio de las multinacionales y su derecho a saquear, mientras fortalecen a los fundamentalistas más reaccionarios. Esta barbárica violencia militar crea este otro tipo de violencia bárbara.
No hay respuesta posible a la descomposición social, de la cual el crimen contra Charlie Hebdo es una dramática expresión, si no luchamos contra la política que la genera.
LA REALIDAD es que ni el gobierno francés ni los líderes del mundo que llegaron a París buscan la unidad. Al contrario, ellos están tratando de sembrar divisiones que les ayudarán a proteger el estatus quo.
Como era esperado, el gobierno francés aumentó su ya fuerte presencia policial en los días posteriores al ataque a Charlie Hebdo, y convino una cumbre de seguridad justo antes de la marcha el domingo que reunió a funcionarios de inteligencia y policiales de toda Europa y América del Norte. Eric Holder, el principal aplicador de la ley en el gobierno de Estados Unidos, estuvo allí y anunció que la Casa Blanca tiene previsto celebrar de una cumbre internacional sobre la lucha contra el extremismo violento.
¿Puede haber una mayor hipocresía que el gobierno de Estados Unidos--adecuadamente criticado por Martin Luther King como "el mayor proveedor de violencia en el mundo"--celebre de una conferencia internacional para contrarrestar la violencia? Cuando se trata de ambos, arsenales de armamento y la voluntad de utilizarlos, ningún país ni siquiera se acerca a éste.
Mientras los líderes del "mundo libre" condenan los asesinatos en París como un asalto a la libertad de expresión, sus medidas en respuesta a los asesinatos Charlie Hebdo significarán más vigilancia, más poderes policíacos, menos dinero para los servicios sociales y cada vez menos las libertades civiles.
Los preparativos para una mayor violencia y una mayor represión se llevarán a cabo en nombre de protegernos de la violencia. Mientras tanto, la retórica utilizada para justificar esa violencia y represión dará luz verde a un mayor racismo y violencia contra los musulmanes.
Los líderes políticos, de Hollande a Sarkozy, a Eric Holder, todos afirman que no están apuntando a todos los musulmanes, sino sólo a los "radicales", pero la presión para demostrar su inocencia es puesta sobre los propios musulmanes y son presumidos culpables.
Lo que es más, como una declaración de la Organización Socialista Internacional señaló, en referencia a auto-proclamados islamistas "radicales", "[E]stos reaccionarios han ganado fuerza sólo como resultado de las interminables guerras libradas por EE.UU. en Afganistán, Irak y otros países musulmanes. Y la islamofobia promovida por la extrema derecha y el establecimiento político, incluyendo la centro-izquierda, sólo produce más amargura hacia los gobiernos de los países más poderosos del mundo.
Sabíamos todo esto por la experiencia después de los ataques del 11 de septiembre. La "guerra contra el terrorismo" de Estados Unidos ha reducido el Oriente Medio a un desastroso hervidero de conflictos sectarios y violencia, con el sólo propósito de mantener control sobre la principal fuente mundial de petróleo. Mientras tanto, en Estados Unidos, árabes y musulmanes enfrentan a diario la sospecha, el rutinario acoso estatal y con demasiada frecuencia la violencia racista.
Tenemos que exponer el intento de los líderes mundiales de manipular los terribles asesinatos en París para promover sus propias ambiciones, usando las armas más poderosas que tenemos para derrotarlos: la solidaridad y la unidad. No la falsa unidad de Hollande y Sarkozy y los líderes del "mundo libre", sino la unidad y la solidaridad del pueblo obrero en todas partes del mundo con los musulmanes y toda víctima que sufre las consecuencias de la guerra global contra el terror.
Traducido por Orlando Sepúlveda