Cuando el racismo es ley
George Zimmerman no es una excepción, y muestra cómo el racismo está entrelazado en la fábrica de un sistema basado en la desigualdad y la injusticia.
CUANDO GEORGE Zimmerman acechó a Trayvon Martín porque el adolescente afro-americano parecía "sospechoso", se trató de racismo, pura y llanamente. Incluso los políticos y expertos conservadores se han visto obligados a admitir que Zimmerman estaba equivocado al destacar a Trayvon por ninguna otra razón que su capucha y su color de piel.
Pero cada día, en un estado tras otro, y en una ciudad tras otra, el mismo vigilantismo racista--patrullaje ciudadano callejero--ocurre todo el tiempo, es perfectamente legal y es oficialmente sancionado--porque vigías son partes del sistema de injusticia criminal en Estados Unidos.
En Nueva York, bajo la política de "parar y cachear", cientos y cientos de policías hacen todos los días lo que George Zimmerman hizo cuando vio a Trayvon Martín. Ellos están bajo órdenes de enfocarse en muchachos de color.
Del acoso y la violencia policíacos, la decisión de a quién acusar, la sentencia sobre la base de leyes de "mano dura contra la delincuencia", a la la pena de muerte--a cada eslabón, el sistema de justicia penal de EE.UU. es una máquina que victimiza de manera desproporcionada a los afro-americanos y otras personas de color.
La evidencia estadística que existe sobre la discriminación racial es tan abrumadora, que uno pensaría el racismo debiera ser ilegal. Pero el racismo es la ley.
La autora Michelle Alexander compara el sistema de justicia estadounidense, y su ataque sistemático a los afro-americanos, con las leyes que existían para preservar la segregación racial, previas al movimiento por los derechos civiles. Vivimos en una época que ella describe como el "nuevo Jim Crow".
Alexander tiene razón--y vale la pena recordar en este contexto el papel que la segregación jugó en la defensa del sistema de explotación en el Sur americano, que beneficiaba sólo a una pequeña élite. Como el abolicionista Frederick Douglass escribió un siglo y medio atrás, los gobernantes del Sur mantienen su poder sobre "ambos, los blancos pobres y los negros, poniendo enemistad entre ellos. Ellos dividen ambos, para conquistar a cada uno",
El racismo es tolerado en la ley porque es una parte indispensable del capitalismo. Es una de las maneras más importantes con que una sección de la clase obrera es mantenida por debajo de las otras, económica, social y políticamente, para engendrar división en la clase obrera en su conjunto, y evitar sus unidad contra un enemigo común, el capital.
Por eso, no será suficiente con que un vigilante en la Florida rinda cuentas--si alguna lo hace. El nuevo movimiento por los derechos civiles surgido a raíz del asesinato de Trayvon Martin debe desafiar el racismo institucional al centro de la sociedad estadounidense.
EL RACISMO infecta el sistema de "justicia" en Estados Unidos de inicio a fin.
¿Quién es arrestado y quién no? Esto claramente es puesto de relieve en el caso de Trayvon Martín.
Aunque fue cristalino para la policía que Zimmerman mató al adolescente desarmado, éste no fue acusado de ningún delito--porque una ley racista lo protegió. La ley "Stand Your Ground" de auto-defensa en Florida permite a alguien usar fuerza letal si "razonablemente cree" estar siendo amenazado de muerte o lesiones graves.
Luego de que la ley entró en vigor, el número de homicidios en Florida dictaminados "justificables" saltó, de 8 en el 2004 a 40 en el 2010. Entre esos homicidios "justificable": en enero pasado, un dueño de casa en Miami persiguió un presunto ladrón por más de una cuadra, fuera de su propiedad, y luego lo apuñaló hasta la muerte; ese mismo mes, un policía jubilado en Miami Lakes disparó e hirió a un indigente desarmado por "amenazar" a su familia en una tienda de helados.
Zimmerman dice que Trayvon lo golpeó antes de que él sacara su arma y disparara--aunque la evidencia de que esto es una mentira ha sido incontenible. Pero, ¿qué tal si la situación fuera revertida? ¿Qué tal si el joven negro, afuerino, asegurara que fue atacado por un vigilante callejero, y que disparó en defensa propia? ¿Alguien cree la ley "Stand Your Ground"policía protegería a Trayvon Martín de ser arrestado por la policía?
La verdad es que lo que George Zimmerman hizo para señalar a Trayvon ocurre a cada día, en ciudades de todo el país.
Por ejemplo, la policía de Nueva York oficialmente no usa perfil racial. Sin embargo, las estadísticas demuestran que su práctica de "detener, interrogar y cachear" si hacen perfilamiento racial. Según el Centro de Derechos Constitucionales, de las 576,394 personas detenidas en virtud de la política en 2009, el 84 por ciento eran negros o latino, los que juntos representan sólo alrededor de la mitad de la población de Nueva York.
Esta política de acoso legalizado y el abuso están empeorando. En 2011, más de 684.000 personas fueron detenidas en la ciudad de Nueva York, el 87 por ciento de ellos negro y latinos.
La policía de todo el país se comporta de manera similar, como los muchos notorios ejemplos de afro-americanos detenidos por el delito de Manejar (o Caminar o Vivir) Siendo Negro prueba. Un informe de ACLU sobre esto documentó numerosos ejemplos, incluyendo el de Illinois, donde un programa de interdicción de drogas llamado "Operación Valkiria" señaló a motoristas latinos casi un tercio de las veces, a pesar de que los latinos son sólo el 8 por ciento de la población del estado y a que es más probable que si un motorista tenga un contrabando de drogas, éste sea blanco.
Los ejemplos de discriminación en la acción policíaca anti-drogas subraya el carácter racista de la "guerra contra las drogas" en su totalidad. Ésta fue puesta en marcha bajo el republicano Richard Nixon y acelerada bajo Ronald Reagan, pero con el apoyo de los demócratas a cada paso.
El perfil racial fue fundamental para la campaña de "mano dura contra las drogas". Por ejemplo, "Las Características Comunes del Corredor de Drogas", mandado a la policía por el Departamento de Seguridad de Carreteras y Vehículos Motorizados en 1985, advirtió a los agentes sospechar de conductores que usen "un montón de oro", o que no "encajan con el vehículo" y de "grupos étnicos asociados con el tráfico de drogas."
En cuanto a parar el consumo de drogas ilegales, la guerra contra las drogas ha sido un rotundo fracaso. Pero ha sido un gran éxito en llenar las cárceles, y hacer ganancias con ello. Estados Unidos encarcela a 2,3 millones de personas, más que cualquier país del mundo, en términos de porcentaje de la población o en números absolutos.
Los afro-americanos son abrumadoramente las víctimas de esta guerra. Según el Sentencing Project, aunque los negros constituyen el 13 por ciento de la población y alrededor del 14 por ciento de los que usan drogas, representan el 37 por ciento de los arrestos por drogas.
Este racismo continúa en la corte, por supuesto. Un negro tiene mucho más chance a enfrentar un cargo de delito grave que un blanco, a ser representados por un típicamente sobrecargado defensor público, y a obtener una sentencia más larga. Un negro es muchas más veces excluido de los jurados.
Por supuesto, algunas de las víctimas de este sesgado sistema de injusticia ni siquiera tienen la oportunidad de entrar a una corte. Ellos son los cientos de víctimas muertas por la policía cada año, en las calles, donde una placa y una pistola otorgan el derecho de ser juez, jurado y verdugo. De los números es difícil estar seguro, porque a pesar del cateo mantenido de los policías que mueren cada año, nadie guarda cuidadoso récor de la cantidad de personas que la policía mata.
En el 2007, una investigación de ColorLines y The Chicago Reporter encontró que "alrededor de 9.500 personas a nivel nacional fueron asesinadas por la policía durante los años 1980 a 2005--un promedio de casi un disparo fatal por día". El informe también mostró que "los afro-americanos estaban sobre-representados entre las víctimas de la policía en todas las ciudades que las publicaciones investigaron".
Cuando quiénes están supuestos a hacer cumplir la ley pueden matar y maltratar a la gente de color con impunidad, ¿es de extrañar que un vigía racista como Zimmerman sienta que puede hacer lo mismo?
EL RACISMO es la ley de la tierra en tantos otros aspectos. Está presente en las urnas electorales, donde las leyes de identificación electoral requieren a las personas presentar una identificación con fotografía para votar se ha traducido en una reducción del voto afro-americano. Y está presente en el aula, donde los estudiantes adolescentes negros tienen tres veces más chance de ser suspendidos que sus contrapartes de raza blanca.
Los negros no son las únicas víctimas de las leyes racistas. Aún con la "guerra contra el terror" sobre nosotros, la discriminación racial y el acoso policíaco se ha convertido en una ocurrencia común para árabes y musulmanes. Y las leyes que vulneran las libertades civiles, una vez consideradas inconstitucionales por la opinión pública, dominan ahora con el apoyo de políticos demócratas y republicanos por igual.
Y los inmigrantes latinos se llevan la peor parte en una diferente histeria racista. Leyes que invitan a la discriminación racial--como la SB 1070 de Arizona, que autoriza a la autoridad local a parar, detener y arrestar a cualquiera "razonablemente sospechado" de ser indocumentado--han enviado una ola de miedo en las comunidades inmigrantes.
SB 1070 ha sido demorada en los tribunales, pero ha inspirado imitadores en Alabama por ejemplo donde las disposiciones iniciales de la HB 56 no sólo facultan a la policía a actuar como agentes de inmigración, sino que penalizan a cualquier persona que alquile o emplee a personas indocumentadas.
Cuando miramos este panorama, la verdad es evidente: la frase "justicia americana" es una contradicción en sí misma.
Cada centímetro de la sociedad estadounidense está cimentado por instituciones de carácter racista y discriminatorio. Aquellos en el poder dependen de la sospecha y la desconfianza que el racismo produce entre la clase obrera, para distraer su atención de los reales proveedores de la violencia y de las corporaciones que de hecho roban puestos de trabajo cerrando fábricas.
Pero la masiva reacción al asesinato de Trayvon Martín y las grandes manifestaciones contra el racismo de las últimas semanas han demostrado que hay un antídoto a la sospecha: solidaridad. Decenas de miles han levantado sus voces de protesta en todo el país--porque lucen como Trayvon o conocen a alguien que se parece a Trayvon, y porque ven cómo un sistema que promueve la intolerancia y el odio tiene que ser cuestionado.
Traducido por Orlando Sepúlveda