Piden paz e incitan violencia
Las protestas en Ferguson, Missouri, contra el racismo y la violencia policial mantuvieron su fuerza a pesar de la intimidación ejercidas para sacarlas de la calle.
CADA NOCHE por dos semanas después de que un policía blanco diera muerte al joven negro Michael Brown, por el "delito" de caminar en la calle, Ferguson, Missouri, fue una zona de guerra.
Los líderes políticos y los medios de comunicación corrieron a hacer desesperados llamados por "la paz", "la calma", " la reconciliación", " la moderación". Sin embargo, sus demandas estaban dirigidas a un solo lado --y al lado equivocado.
Cada día y noche desde que Brown fue asesinado, una multitud de personas se congregan en Ferguson. Residentes de la ciudad, gentes de la zona aledaña, de St. Louis, y aun otros que han viajado a Missouri desde distantes lugares del país a expresar su solidaridad, llegaron a exigir justicia y el fin de los asesinatos policiales y de la represión.
Y tienen razón de hacerlo. Estos manifestantes debieran ser elogiados por su determinación de que este asesinato no pase al olvido sin protesta, y de que no habrá paz sin justicia.
A ellos se les pide "calma", pero ellos no son los responsables del caos en Ferguson. Esa responsabilidad yace con la policía y la Guardia Nacional --supuestamente desplegados para preservar el orden, pero cuya presencia perpetúa el desorden--y con los líderes políticos que los ponen en acción, incluso cuando, para cualquiera con dos dedos de frente, es evidente que una abrumadora muestra de fuerza militar sólo intensifica el conflicto.
Tan obvio que el corresponsal de CNN, Jake Tapper --un reportero típico del establecimiento mediático estadounidense--no pudo más que reflejar esa realidad en un reporte en vivo desde Ferguson, comparando la policía allí con las tropas estadounidenses en Afganistán:
Quiero mostrarle esto, ¿OK? Para que se haga una idea de lo que está pasando. Los manifestantes se hayan al fondo de la calle... Nadie está amenazando nada. Nadie está haciendo nada. Ninguna de las tiendas de aquí, por lo que puedo ver, está siendo saqueada. No hay violencia.
Ahora quiero que vea lo que está pasando en Ferguson, Missouri, un pueblo típico de América, ¿OK? Esta es la policía armada con... rifles semiautomáticos, con garrotes, con escudos, muchos de ellos vestidos para el combate. Ahora ¿por qué [están] haciendo esto? No lo sé, porque no hay una amenaza ocurriendo aquí. Nada que merezca esto. Nada ¿OK? Seguro, ha habido saqueadores. Seguro, en los últimos nueve días ha habido violencia. Pero nada ocurre en esta calle ahora que merezca esta escena de Bagram. Nada.
Así que si se pregunta: por qué la gente de Ferguson, Missouri, está tan molesta, esto es parte de la razón. ¿Qué es esto? Esto no tiene ningún sentido.
LOS LLAMADOS a "la paz" de los líderes políticos y de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley son desmentidos cada noche por la ocupación policial de Ferguson, llevada a cabo por una fuerza casi exclusivamente blanca en una ciudad de mayoría negra, complementados con más policías de toda la región y con tropas de la Guardia Nacional, todos ellos armados con el armamento y el equipo de la más alta tecnología.
Mustafa Abdullah, un asociado de ACLU en Missouri, describe Ferguson en el primer día que la Guardia Nacional fue desplegada:
Me amenazaron con arresto cinco veces en el espacio de una hora. La primera vez estaba parado en la acera. No llevaba ahí por más de un minuto, cuando tres oficiales se me acercaron y me dijeron que no podía detenerme ahí por más de cinco segundos. Si tomaba más de cinco segundos, entonces sería arrestado, me dijeron.
Más tarde, dijo Abdullah, él estaba caminando con un periodista local, y "el mismo grupo de oficiales se me acercó y me dijo, '¿Estás perdido? Necesitas llegar a donde vayas.'... les dije que estaba confundido porque me acababan de informar de que no podía estar parado por más de cinco segundos, por lo que sólo tenía que mantenerme moviendo en la acera".
Es difícil imaginar una provocación más cierta para producir malestar y desconfianza que este diario espectáculo de masiva fuerza policial.
Y, por supuesto, está la provocación original: un joven negro desarmado, de 18 años de edad, fue asesinado con al menos seis balazos por un policía que lo confrontó por caminar en la calle, y no hay señal de que alguien vaya a ser responsable de este asesinato a sangre fría.
Hasta el momento, Darren Wilson --el oficial que asesinó a Brown--no ha sido acusado de ningún crimen, ni mucho menos ha pasado un momento en una celda. Ese habría sido el inmediato destino de Mike Brown, o cualquier hombre negro, si de alguna manera los papeles se invirtieran en el tiroteo. Como el corresponsal de MSNBC Craig Melvin reportó:
Todo aquel con quien he hablado, manifestantes pacíficos así como otros que no parecen estar protestando aquí, todos me han dicho lo mismo: si hubiera cargos presentados contra el oficial de policía responsable del tiroteo, si él fuera acusado... están casi seguros, las calles estarían casi vacías poco después.
Paro las autoridades de Ferguson, Missouri, y de afuera también, persisten en la alucinación de que el problema son los manifestantes y no la atrocidad racista contra la que protestan, por lo que su respuesta es aumentar la represión.
El alcalde de Ferguson, James Knowles, mejor representó qué fuera de contacto con la realidad la respuesta de las autoridades ha sido. Preguntado, durante una aparición en MSNBC, si sus ojos se habían abierto a las quejas de la comunidad negra con respecto a la discriminación racial y la falta de diversidad en el departamento de policía, Knowles contraatacó:
No hay división racial alguna en la ciudad de Ferguson... Hay 22.000 residentes en nuestra comunidad, y esto ha afectado sólo una franja de media milla de la calle. El resto de nuestra comunidad, el resto de los afroamericanos en nuestra comunidad, continúan sus vidas diarias, yendo a nuestras empresas, paseando sus perros, yendo a reuniones de vigilancia vecinal...
Sí, St. Louis ha tenido una historia de segregación --eso no está en disputa--pero la ciudad de Ferguson ha sido un modelo para la región en la forma en que una comunidad de clase media predominantemente blanca transitó hacia una comunidad que es predominantemente clase media afroamericana.
Horas más tarde, el vicegobernador republicano de Missouri, Peter Kinder, criticó al gobernador demócrata Jay Nixon por levantar el toque de queda en Ferguson, y ensalzó las virtudes de la justicia y civilización "angloamericanas" y atacó a los que prosiguen "la justicia en las calles".
LA OTRA línea de defensa de los líderes policiales y políticos es que son sus filas las reales víctimas, amenazadas por "una pequeña minoría de infractores de la ley", como señaló Ron Johnson, el capitán afroamericano de la Patrulla de Carreteras del Estado contratado para hacerse cargo de la policía de Ferguson.
En una trasnochada rueda de prensa para explicar por qué una vez más el aire de Ferguson apestaba a gas lacrimógeno, Johnson afirmó que "criminales violentos" habían infiltraron a los manifestantes y dispararon contra la policía.
Pero ¿quién tiene las armas en Ferguson? Sabemos que la policía las tienen, y que no dudan un momento en apretar el gatillo. Ese mismo día, un poco más tarde y a pocas millas de Ferguson, dos policías de St. Louis mataron a tiros a otro hombre que, según la historia oficial, blandía un cuchillo y los dos policías no tuvieron más remedio que acribillar su cuerpo a balazos.
Hubo, por cierto, saqueo y destrucción de la propiedad tras el asesinato de Mike Brown --aunque los medios han estado menos dispuestos a reportar sobre los muchos casos, descritos por activistas en Ferguson, de gente común frenando el vandalismo o ataques a la propiedad.
La ira alimentada por la ocupación policial militarizada y el atroz racismo de las autoridades locales inevitablemente se desbordó en estas formas. Pero incluso entonces, los medios no cuentan toda la historia. Como SocialistWorker.org reportó la primera semana de protestas:
El mayor daño a la propiedad lo sostuvo una tienda QuikTrip, incendiada y luego pintada con grafiti anti-policía. La gente, probablemente, volcó su ira contra la tienda cuando se corrió la voz de que alguien ahí había llamado a la policía para reportar un caso de hurto... Otros blancos de los manifestantes incluyeron un Walmart y una casa de cambio de cheques, es decir, los símbolos de la pobreza y la explotación en un barrio pobre.
Además, puede haber algunas personas entre los manifestantes que estén en busca de una pelea con la policía. El concejal de St. Louis Antonio Francés, quién ha participado en las protestas desde el comienzo, tuiteó la noche del martes que un miembro de una organización izquierdista estaba tratando de "incitar a la violencia", sobre la oposición de los residentes de Ferguson.
Pero en realidad, la gente de Ferguson ha demostrado que no necesita tal incitación para confrontar a la policía, noche tras noche, a pesar de la amenaza de ser la próxima víctima, incluso permaneciendo totalmente no violentos.
Pero cualquiera sea la verdad sobre este incidente, es claramente la excepción, no la regla --empequeñecido por la violencia continua, rutinaria y legalmente sancionada de las fuerzas policiales. Aquellos entre la elite política y los medios de comunicación que insisten en lo contrario, que persisten en culpar "una pequeña minoría de infractores de la ley", están comprometidos con una campaña de desprestigio que pretende acallar la legítima indignación y protesta contra un policía asesino.
POCOS LECTORES de SocialistWorker.org se sorprenderán del engaño y la hipocresía de los medios corporativos, y menos aún de las acciones de los burócratas del sistema de injusticia criminal. Pero escuchar la misma lógica de los líderes políticos negros puede ser desconcertante.
El representante John Lewis, un líder del movimiento por los derechos civiles que arriesgó su vida para hacer frente a la segregación Jim Crow, pidió a Barack Obama declarar la "ley marcial" en Ferguson y federalizar la Guardia Nacional de Missouri "para proteger a las personas que protestan", como le dijo a Andrea Mitchell en MSNBC.
La idea de que Lewis pudiera sugerir la Guardia Nacional --tristemente célebre por disparar contra los manifestantes durante las rebeliones urbanas de la década de 1960, así como contra las víctimas hambrientas y sin hogar del huracán Katrina, más recientemente--para proteger los derechos de los residentes Ferguson es, por lo menos, chocante.
Durante este tiempo, el reverendo Al Sharpton ha llamado a los manifestantes a frenar sus acciones en nombre de la "calma". El 17 de agosto, él y la Red de Acción Nacional proveyeron una plataforma al Capitán Ron Johnson en una iglesia de Ferguson. El oficial se disculpó con la multitud y prometió que iba a ser diferente en las calles. En lugar de ello, Johnson pasó esa y cada sucesiva noche explicando por qué la policía sigue atacando las protestas.
Pero entre estas figuras, la respuesta más escandalosa vino, probablemente, del primer presidente negro en Estados Unidos, Barack Obama.
Obama sí cuestionó la decisión del gobernador Jay Nixon de desplegar las tropas de la Guardia Nacional a Ferguson, pero no hizo nada para revocar la orden de su correligionario demócrata. Al contrario, el presidente se dirigió a los manifestantes con condescendencia, como si fueran niños portándose mal, en lugar de personas que luchan por obtener respuestas en la muerte de un adolescente negro desarmado a manos de la policía.
El lunes, en respuesta a una pregunta sobre el ambiente de polarización que ha llevado a los enfrentamientos nocturnos, Obama declaró que ya era hora de que la comunidad --no la policía--"escuchara y no sólo gritara... Así es como vamos a avanzar juntos; tratando de unirse y entender al otro, y no simplemente dividirnos unos de otros".
Es doloroso pensar en la familia de Mike Brown, y en los residentes de Ferguson enfrentando la represión policial cada noche, escuchando este sermón mojigato acerca de la necesidad de unirse con el policía asesino que mató a su hijo, o de entender a los políticos racistas que lo defienden.
AQUELLOS PROTESTADO contra el racismo y la violencia policial en Ferguson continúan su lucha a pesar de todos los esfuerzos para intimidarlos y sacarlos de las calles, y desviarlos hacia canales más moderados.
A cada oportunidad, ellos han sido increpados por funcionarios de gobierno y líderes políticos --no sólo jefes de policía, blancos y racistas, y políticos republicanos, sino además aquellos que dicen representarlos--por negarse a aceptar la "paz" en los términos impuestos por la ocupación policial de Ferguson.
En 1965, hablando por todos nosotros hoy, el revolucionario negro Malcolm X respondió así a una pregunta sobre "paz" y "violencia":
No soy partidario de la violencia. Si pudiéramos lograr el reconocimiento y el respeto para nuestro pueblo por medios pacíficos, pues muy bien. A todo el mundo le gustaría alcanzar sus objetivos de manera pacífica. Pero también soy realista. A las únicas personas en este país que se les pide ser no violento es a los negros... No me ataré a nadie que quiere enseñar a nuestra gente la no-violencia hasta que alguien, al mismo tiempo, enseñe a nuestro enemigo a no ser violento.
Los manifestantes de Ferguson aciertan en, y están en su derecho a, desafiar la campaña para acallar su lucha, llevada a cabo por la policía en las calles y por los políticos en los medios. Nosotros debemos ayudarles en todo lo que podamos para que cuenten su historia y continúen su lucha.
Trish Kahle contribuyó a este artículo. Traducido por Orlando Sepúlveda