Ratericanos y encubridócratas

December 9, 2011

El movimiento Ocupa nos enseña cómo ampliar la estrecha discusión política en Washington, y tiene nada que ver con movilizarse por candidatos demócratas.

ANTI-SINDICATO, anti-pobre, anti-impuestos, anti-mujer, anti-Negro, anti-inmigrante y anti-gay... y destructor del planeta. Pero si además eres rico o corres una gran empresa, estás de suerte.

De Newt Gingrich y Michele Bachmann al "moderado" Mitt Romney, es difícil imaginar un grupo más vil corriendo por la nominación presidencial del Partido Republicano.

Y el Partido Demócrata no lo querría de otra manera. Aquí está el presidente Barack Obama en una millonaria recaudación de fondos electorales en el Hotel W de San Francisco el 26 de octubre:

Lo que sabemos con certeza es que si no trabajamos más duro aún que en 2008, vamos a tener un gobierno que dirá al pueblo americano: "Estás por tu cuenta".

Si te enfermas, estás por tu cuenta. Si no aprecias que alguna corporación esté ensuciando tu aire, o el que tu niño respira, entonces, estás por tu cuenta.

El mensaje es claro: puedes estar dolorosamente decepcionado por los tres primeros años de la presidencia de Obama--por el rescate a Wall Street, las millones de ejecuciones hipotecarias, la falla de crear un programa de empleos, el incumplimiento de la promesa de asistencia de salud universal, y la capitulación a la histeria republicana por el déficit, manteniendo las rebajas de impuestos de Bush para los súper-ricos. Pero es hora de poner eso de lado y volver a temer a los republicanos, y trabajar con Obama y los demócratas para detener el "mal mayor".

Republican presidential contenders New Gingrich, Mitt Romney, and Herman Cain (above) and Democrats Barack Obama, Harry Reid and Nancy Pelosi (below)

El Partido Demócrata hace el mismo callado en cada elección. En el 2008, después de ocho años de George W. Bush, los demócratas parecían tener algo más que ofrecer que sólo votar en contra de los republicanos. No es tan así en el año 2012.

Pero el aparecimiento del movimiento de protesta Ocupa ha arrojado luz sobre una más amplia imagen--la pequeñez de la diferencia entre republicanos y demócratas es tan extrema como es enorme la desconexión entre lo que sus líderes debaten en Washington y las verdaderas preocupaciones del pueblo obrero.

Ocupa ha mostrado algo más durante sus breves meses--un creciente número personas se hartó del status quo político en EE.UU., y está dispuesto a hacer algo al respecto. Ésta es nuestra mejor esperanza contra el mal mayor, tanto como contra el menor--un re-surgente movimiento obrero tomando acción contra la codicia y el poder del 1 por ciento y sus sirvientes en el sistema político.


ES DIFÍCIL encontrar palabras para transmitir la profundidad de la ignorancia, la intolerancia, y lo retrógrado del circo presidencial del Partido Republicano.

Y eso después de la salida de Herman Cain. El magnate de la pizza y ex cabildero, quien sobrevivió las acusaciones de acoso sexual, anunció que suspendía su campaña tras la revelación de una prolongada relación extramarital. Esto habla acerca de la calidad de las prioridades de la gente que vota en las primarias republicanas.

Un menos notado escándalo fue, en realidad, las declaradas posiciones políticas de Cain: su apoyo a un "impuesto raso" que subiría los impuestos de todo, excepto los ricos; a los rescates económicos a las corporaciones; su oposición a Planned Parenthood y al matrimonio gay, por nombrar algunos.

Y aunque ahora los medios no tendrán a Cain para jugar al sensacionalismo, hay republicanos de sobra que están trabajando con la misma agenda.

Desprecio por el pueblo obrero es un viejo sombrero para Newt Gingrich, encabezando las preferencias después de la salida de Caín. Como moderador de la Cámara Baja, Gingrich, fue el arquitecto de la llamada Revolución Republicana de 1994, cuando el Partido Republicano intentó utilizar su mayoría en el Congreso para acabar con los programas gubernamentales para los pobres y enriquecer más la América Corporativa .

En aquel entonces, Gingrich propuso traer de vuelta los orfanatos para los niños de beneficiarios de la asistencia social. Hoy, él está desafiando esas "estúpidas" leyes de trabajo infantil proponiendo que niños tan jóvenes como 9 años de edad trabajen limpiando los pisos en sus escuelas, en lugar de los empleados sindicalizados que ahora lo hacen por salarios más altos que esos niños recibirían:

Los niños realmente pobres, en barrios realmente pobres, no tienen hábitos de trabajo y no tienen a nadie a su alrededor que trabaje, por lo que no tienen la costumbre de aparecer los lunes. No tienen el hábito de quedarse todo el día, no tienen el hábito de que hago esto y me das dinero, a menos que sea ilegal.

Lo chocante acerca de estas declaraciones es que son menos extremas que los desvaríos de los otros candidatos tratando de revivir la efímera gloria del Partido del Té del año pasado--como el gobernador de Texas Rick Perry y la representante de Minnesota Michele Bachmann.

Así, cuando los republicanos debaten, el conservador libertario Ron Paul puede decir que las personas sin seguro deben dejar de esperar que el gobierno se encargue de ellos, porque "de eso se trata la libertad, de tomar sus propios riesgos." Y Rick Perry, el verdugo tejano, es aplaudido después de contestar "nunca me ha atormentado eso", contestando a una pregunta acerca de la posibilidad de ejecutar a un inocente.

En medio de estos fanáticos y trastocados, el ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney parece casi normal. Ese es el punto de su campaña--posicionarse apenas fuera de la total reacción y presentarse como un republicano "elegible". Pero con cada semana que pasa es más evidente que Romney dirá cualquier cosa con tal de ganar votos--zigzaguear para manifestar su total oposición al aborto legal, o denunciar de Gingrich y Perry por no ser lo bastante despiadados con los inmigrantes indocumentados.

En total, es una podrida mezcla de racismo, sexismo y xenofobia. Que uno de este puñado sea el embanderado de uno de los dos partidos del capitalismo americano, y pueda muy bien sentarse en la Casa Blanca en un poco más de un año, habla a gritos de la corrompida política en "la democracia más grande del mundo".


NO HAY escasez de demócratas para dar el grito de alarma acerca del extremismo de la derecha. Pero si Obama y los legisladores demócratas quieren quejarse de que este circo republicano se haya apoderado de la política en Washington, sólo tienen a sí mismos para culpar.

A cada paso del camino desde su elección, los demócratas han dejado que los republicanos establezcan los términos del debate. Durante los dos primeros años de la presidencia de Obama, los demócratas tuvieron una gran mayoría en ambas cámaras del Congreso, y aún entonces se quejaban de que los republicanos no les dejaban hacer nada.

Esta dinámica fue establecida desde el principio: ultimátum y obstruccionismo por parte de los republicanos, concesiones y capitulaciones por parte de los demócratas. Así, durante el debate sobre la reforma de salud, los demócratas cedieron incluso medidas mínimas como la opción pública, permitiendo una legislación totalmente favorable a la industria de la salud.

En cuanto a la declaración de Obama que los republicanos dirán a los trabajadores "que están por su propia cuenta", debería echar un vistazo en el espejo y ver al político responsable de poner el sistema de jubilación del Seguro Social bajo la guillotina, junto con Medicare y Medicaid, con su "gran pacto" del verano que recién pasó.

Ahora, con los rateros republicanos despotricando hasta por las alas, los encubridores demócratas calculan que no tendrán que mover un dedo para atraer a su tradicional base electoral en la clase trabajadora. Ellos piensan que sus partidarios estarán satisfechos con la promesa de defenderlos contra los peores ataques de la derecha.

De hecho, este es el previsto resultado del estrecho marco de la política "oficial" en EE.UU. Los dos principales partidos, el Demócrata y el Republicano, pueden diferir en retórica y grado, pero están de acuerdo en mucho más de lo que no. Al final, los intereses de Wall Street y las corporaciones--quienes contribuyen a los políticos de ambos partidos--son conservados.

Sin embargo, el movimiento Ocupa ha forzado en el debate nacional las cuestiones por las que la clase obrera realmente se interesa; no la reducción del déficit y ni los rescates corporativos, sino la creación de empleos y más impuestos para los ricos.

El movimiento Ocupa ha puesto la real política de clase--no la falsificada variedad demócrata--de vuelta sobre la mesa. Porque mientras que los demócratas siguen diciendo que están con los trabajadores, los trabajadores están empezando a ponerse de pie por sí mismos. En las manifestaciones de Ocupa, desde Nueva York a Oakland, en la rotonda del Capitolio en Wisconsin del pasado invierno, en los puertos de la costa oeste y en los piquetes de Verizon, miles y miles de personas han voceado lo que creen y lo que quieren--y esto no tiene nada en común con el limitado debate en Washington.

La maquinaria del Partido Demócrata saldrá en los próximos meses a decir que el movimiento Ocupa necesita tomar la tarea de reelegir a Barack Obama y apoyar a los demócratas al Congreso y los gobiernos estatales.

Pero esto es un callejón sin salida. Un activista de Ocupa en Massachusetts lo expresó correctamente en un artículo titulado "Ocupa Wall Street, no las urnas":

El movimiento Ocupa surgió precisamente porque la política del establecimiento le falló al pueblo obrero de este país. Sólo hay dos partidos políticos por los que votar: uno de ellos está loco, y el otro es inútil, y ambos están recibiendo cientos de millones de dólares de las empresas y los bancos.

El movimiento Ocupa ha demostrado que el status quo en Washington puede ser sacudido por las movilizaciones masivas y la protesta popular, desafiando a la clase política y de negocios, independientemente de a qué partido pertenecen. El futuro de la lucha depende de expandir y profundizar la organización, no de marchar a las urnas.

Traducido por Orlando Sepúlveda

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